Los Hearst hablan 40 años después del secuestro de Patricia
«Patty es una muy buena persona y ahora está dedicada a su familia»
La nieta exguerrillera de William Randolph Hearst acaba de perder a su marido, un policía que se convirtió en su guardaespaldas
«Patty es una muy buena persona y ahora está dedicada a su familia»
Esta semana ha debido ser una de las más difíciles en la vida de Patricia Campbell Hearst (60 años), nieta del mítico magnate de los medios William Randolph Hearst. El pasado martes se cumplieron 40 años de su violento secuestro a manos del Ejército Simbiótico ... de Liberación, el grupo guerrillero de izquierda que en 1974 le lavó el cerebro y la transformó en «Tania», la terrorista urbana más famosa del mundo y una de las primeras víctimas del llamado síndrome de Estocolmo . El aniversario se ha visto aún más ensombrecido por otra tragedia que acaba de golpear a Patty: la pérdida de su marido y antiguo guardaespaldas, Bernard Shaw , que falleció el pasado 17 de diciembre.
«El esposo de Patty, mi tío, acaba de morir de cáncer. Ella está muy triste y por eso en este momento te juro que no va a hacer entrevistas. Pero te aviso si algo cambia», se excusa a ABC la sobrina de Patricia, la modelo Amanda Hearst , quien saltó a la fama en España en 2010 por su noviazgo con el aristócrata sevillano Luis Medina. «Estuvo casada con él durante más de 30 años, tienen dos hijas en común, Lydia y Gillian. No conozco mucho a Patty, pero por lo que sé es una muy buena persona y ahora está dedicada a su familia», dice a este diario la diseñadora Gabriela Perezutti , esposa de Austin Hearst, primo de la exguerrillera.
Como todo en la biografía de Patty, su relación con Shaw no fue una historia de amor convencional. La pareja se conoció en San Francisco solo 24 horas después de que Hearst saliera de la cárcel tras robar un banco inducida por el Ejército Simbiótico de Liberación. Su familia tuvo que pagar una fianza de 1.5 millones de dólares para que quedara en libertad y contrató a una tropa de guardaespaldas para vigilarla. Así nació el amor entre la heredera y el policía divorciado. Meses después fue declarada culpable por el robo del banco y sentenciada a siete años de prisión que quedaron reducidos a 22 meses gracias a la mediación del presidente Jimmy Carter. Durante el tiempo que estuvo entre rejas, Shaw la visitaba cuatro veces a la semana en la cárcel de Pleasanton (California).
El Día de San Valentín de 1978, la millonaria y su guardaespaldas se comprometieron, aunque tuvieron que esperar a que Patty saliera de prisión para casarse. Ella tenía 24 años y era una de las solteras más deseadas de Estados Unidos; él, 33 y era un guardia, hijo de un bombero de San Francisco. La prensa vio en su matrimonio la unión de la aristocracia americana con la clase obrera. «Me caso con Bernie porque es el único que ha entendido lo que me ha ocurrido», reveló Hearst en una entrevista a la revista «People» ese mismo año. Solo Shaw, que había sido militar en Alemania, sabía todo lo que había sufrido: un calvario de abusos físicos y sexuales que terminaron por minar su voluntad convirtiéndola en la anarquista más infame de América.
La familia de Patty tampoco tenía grandes esperanzas en el matrimonio. «Mis padres nos regalaron una aspiradora como presente de bodas», confesó la propia Hearst en 1996. «Pensaban que no iba a durar». Pero el matrimonio duró hasta el pasado 17 de diciembre, día en que Shaw murió víctima de un largo cáncer. Vivían en Garrison, un pueblo acomodado a orillas del río Hudson, a las afueras de Nueva York, donde criaron a sus hijas en el más estricto anonimato. Él se había convertido en vicepresidente de Seguridad Corporativa del grupo Hearst, el gigante mediático que edita quince periódicos y más de 300 revistas en todo el mundo.
Las sucesoras de Tania
En los últimos 40 años Patty Hearst no ha concedido muchas entrevistas, pero en las contadas ocasiones que ha hablado con la prensa ha reconocido que su nombre siempre estará asociado al de «Tania», la revolucionaria «abducida» que soñaba con seguir los pasos de Tamara Bunke, la guerrillera argentina que combatió junto al Che Guevara en Bolivia. «Es una parte de mi vida y siempre habrá curiosidad sobre esa etapa. Entiendo el interés de la gente», comentó hace unos años.
Ahora guarda silencio y cede al testigo a sus hijas, Gillian y Lydia Hearst-Shaw. Gillian, de 32 años, está casada con el abogado de celebrities Christian Simonds y trabaja como cronista de sociedad de «Town and Country» , la «biblia» de alta sociedad neoyorquina que edita el grupo Hearst. Lydia, de 29, es un cotizada modelo que prepara junto a Naomi Campbell su debut televisivo con «The Face», una nueva versión del reality show «Supermodelo». «Estoy muy orgullosa de mi madre», dice Lydia. «Es una de las grandes influencias en mi vida. Me ha inculcado la creencia de que tengo la responsabilidad de marcar la diferencia», añade la maniquí. Su cara es la viva imagen de su madre en aquella icónica fotografía difundida por el Ejército Simbiótico de Liberación en 1974 en la que se veía a Patty esgrimiendo un arma semiautomática.
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