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Luis Portillo, el sevillano que subió a la lista Forbes, pierde su casa

El inmobiliario al que Botín iba a visitar a Sevilla se ha visto obligado a abandonar su espectacular casa, con piscina cubierta, por otra más modesta en el barrio del Nervión

Luis Portillo, el sevillano que subió a la lista Forbes, pierde su casa efe

maría jesús pereira

Ahora que el grupo Villar Mir, propietario de OHL, acaba de comprar el 19% de Colonial muchos se hacen la misma pregunta: ¿Dónde se ha metido Luis Portillo (53 años), el expresidente de Colonial, el empresario que se codeaba con Emilio Botín o Esther Koplowitz? Aunque sigue viviendo en Sevilla, el constructor de provincias que fraguó una de las mayores inmobiliarias de Europa está missing desde que en 2008 cayó en desgracia a raíz de la debacle bursátil, la crisis de la subprime y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Hay quienes dicen que se ha convertido en un apestado y que no le recibe ningún banquero, mientras que otros aseguran que ya está haciendo negocios en Alemania. Portillo, al que se le ve en el AVE Sevilla-Madrid, lo está pasando mal y no es para menos, ya que ahora está en liquidación su grupo patrimonial, Zent Inversiones , con una deuda financiera de 600 millones de euros. Además, tiene pendiente dos demandas por 700 millones que le presentó la banca acreedora que se quedó con Colonial.

Portillo acaba de pasar otro mal trago recientemente. Se ha visto obligado a abandonar su vivienda de 1.900 metros cuadrados de la urbanización La Motilla, en Dos Hermanas (Sevilla). En esa urbanización creció él y allí crió a sus dos hijos, que iban al colegio Alminar, que perteneció a su grupo empresarial y que sigue dirigiendo su esposa, María Jesús Valero, licenciada en Derecho. Portillo vive ahora en el barrio de Nervión, en una vivienda más modesta que el chalet que ha dejado. Probablemente, en 2014 saldrá a subasta su antigua casa dentro de la liquidación de bienes del grupo Zent. La vivienda, que tiene un coste de mantenimiento de 200.000 euros, cuenta con más de 3.000 metros cuadrados de parcela y una piscina climatizada en el subsuelo. Su valor de mercado es de 1,8 millones, pero está gravada con una hipoteca de diez millones.

Un personaje enigmático

Portillo se forjó una imagen de personaje enigmático debido a su carácter hermético y nada comunicativo, de ahí que haya rehuido siempre de los actos públicos. Hay quien lo califica incluso de «antisocial». Eso explica que incluso cuando ya había entrado en Metrovacesa de la mano de Joaquín Rivero se resistía a hablar con la prensa y a dejarse fotografiar. De hecho, hasta 2005 no concedió su primera entrevista y lo hizo a ABC. Entonces no escondió su ambición y anunció que su constructora Expo An quería comprar Inmocaral para consolidarse en España y saltar a Europa.

Este empresario del ladrillo tenías excelentes conexiones con el PSOE y participaba en negocios con la caja de ahorros de El Monte cuando la controlaban los socialistas. Portillo es amigo de Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas, de quien además era su vecino en La Motilla. No en vano, Expo An tenía una de sus mayores bolsas de suelo en Entrenúcleos, en el término de Dos Hermanas. Quizá ello explique que Portillo hiciera de tripas corazón para presentar a Alfredo Sánchez Monteseirín en Antares en 2007 cuando optaba a su reelección como alcalde de Sevilla. Aquello le dio más de un dolor de cabeza.

«Luis es un trabajador infatigable, osado, ambicioso, con gran capacidad de liderazgo pero confió demasiado en su intuición, no fue precavido y tampoco se cubrió las espaldas», señalan algunas fuentes consultadas. Hay que recordar que en 2005, con 44 años, Portillo obtuvo 330 millones por la venta de su parquete de Metrovacesa. Los bancos comenzaron a comerle el oído a Portillo y a decirle que Sevilla se le había quedado pequeña, que debía salir a Bolsa, pero no podía hacerlo con Expo An, una desconocida.

«Chicharro» bursátil

Aunque tenía dinero «fresco» en su bolsillo, en 2005 un sindicato de bancos le convenció para prestarle 240 millones para hacerse con el control de un «chicharro» bursátil como Immocaral. Sorprendentemente, un mes después amortizó el préstamo y se quedó con Inmocaral y sin deuda, convenciendo a Esther Koplowitz, a la familia del Pino (Ferrovial) y otros grandes del sector inmobiliario para que apostaran por la empresa. Poco después, Inmocaral adquirió Colonial y Portillo se convirtió en su presidente y ascendió al cielo empresarial, que no era sino el Ibex 35. Comenzó a codearse con los grandes empresarios pero nunca para hacer vida social, sino con la idea clara de hacer negocios.

Si Portillo se hubiera quedado ahí, quizá hoy estaría fumándose un puro y riéndose del mundo, pero él quería más, aunque muchos le advertían que pisara el freno. «No voy forzado ni acelerado», declaró a ABC cuando le preguntó en 2005 por la velocidad de vértigo de sus inversiones.

Fue entonces cuando cometió dos errores estratégicos que comprometieron a Colonial. El primero fue pagar a la familia Entrecanales 1.500 millones por el 15% de FCC, a 78 euros la acción (Bill Gates compró el 6% de FCCa finales de 2013 por 14 euros la acción). Su segundo fallo fue pedir 2.000 millones para hacer una OPAen Riofisa y una ampliación previa de capital, que culminó el 31 de julio de 2007, una semana después de saltar la crisis de las subprime, cuando los bancos cortaron el crédito. Aquello le dejó sin resuello. La caída en la Bolsa de Colonial un 97% en 2007 hizo tragar el polvo al constructor sevillano, que dimitió como presidente de la empresa el 31 de diciembre de ese año, dejándola con 9.000 millones de deuda. Portillo, que creó un imperio partiendo de la empresa de yesos de su padre y que llegó a estar en la lista Forbes, desapareció entonces del mapa empresarial. «Se jugó el 100% de lo que tenía –dicen– y además se endeudó. Era un personaje de libro. Jugó a todo o nada». Y perdió.

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