Multitudinario adiós a María de Villota
El mundo del deporte y la política acude al funeral para acompañar a familiares y amigos
Multitudinario adiós a María de Villota
Decía un amigo de María de Villota que ella es « un ángel que les cuidará desde el cielo ». Seguro que la expiloto, fallecida en Sevilla el pasado 11 de octubre , no dejó de sonreír anoche desde ese cielo iluminado por una luna ... casi llena. Los que aún lloran la pérdida de María ayer celebraron el amor que sembró. Y es que en la iglesia de Los Dominicos de Madrid, donde a las 20:00 horas tuvo lugar su funeral, no cabía más gente – aquí puedes ver la fotogalería del momento –. Tantos vinieron a despedirla, que los que estaban de pie notaban en la nuca la respiración de quien estaba atrás. « Nunca había visto un funeral tan lleno », aseguraba uno de los tres sacerdotes que concelebraron la misa.
En primera fila, Isabel y Emilio, los padres de María , quienes habían llegado con sus hijos en torno a las 18:30. Sentado junto a ellos, Rodrigo García, el viudo, quien llegó a la parroquia junto a su madre sobre las 19:15. En el resto de bancos, amigos y familiares. Muchas caras conocidas del mundo del motor, como Carlos Sáinz, Ángel Nieto, Ándy Soucek, Carmen Jordá o Jaime Alguersuari ; pero, sobre todo, decenas de jóvenes emocionados por la pérdida de una amiga.
Nadie espera que alguien con tantas ganas de vivir se vaya en plena juventud, pero todos intentaban recordar «el ejemplo de lucha y esperanza que nos deja, como ella siempre hacía, con esa gran sonrisa», ha expresado el nadador David Meca. Él llegaba a la iglesia con el funeral comenzado, cuando un coro entonaba el «Aleluyah» y los presentes se santiguaban para escuchar el Evangelio, en ese momento también entraba Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, que recordaba a la piloto como « un ejemplo de coraje a la que todos los madrileños querían ». El homenaje terminaba con el padre recordándola en una carta, y los que la querían aplaudiendo en una ovación que se ha prolongado durante dos minutos. Emilio e Isabel se han abrazado con todos y cada uno de los presentes, consolando con fuerza, con el cariño que María enseñó a dar.
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