María murió por las secuelas de su accidente

Tras realizar la autopsia, el médico forense certificó su defunción por «parada cardiorrespiratoria», aunque tomó muestras de la sangre, los cabellos y órganos de la piloto para determinar las causas exactas del deceso. El informe definitivo podría demorarse algunos meses, según fuentes consultadas por ABC. Por eso, el forense ha autorizado a la familia De Villota la incineración del cadáver tras la autopsia. «Se nos ha ido. Tenía que ir al cielo como todos los ángeles» , confirmó la familia a través de un breve comunicado en Facebook.

La tarde del jueves María de Villota participó en el Palacio de Congresos y Exposiciones (Fibes) en las pruebas de luz y sonido porque al día siguiente tenía prevista su intervención en las jornadas de «Lo que de verdad importa», patrocinadas por ABC, donde iba a contar cómo su accidente automovilístico le cambió la vida y cómo superó las graves secuelas que le había dejado. Nada hacía presagiar la tragedia, ya que las personas que estuvieron con ella aseguraron que la vieron animada y sonriente. «Cenó con Sandra Ibarra y María Franco, presidenta de la Fundación Lo que de verdad importa, y se la veía bien» , dicen personas cercanas que estuvieron con ella esa última noche.

Sin embargo, cuando llegó al hotel Sevilla Congresos, muy próximo a Fibes, donde compartía cuarto con su representante, Arancha Yagüe, comentó que le dolía mucho la cabeza , por lo que pudo tomar algún medicamento para aliviar los síntomas. A continuación se fue a dormir, y a las 7.30 horas de la mañana de ayer viernes, Yagüe la encontró sin vida. El médico forense pedirá a los facultativos que trataron a María tras el accidente que le informen sobre los medicamentos que tomaba , lo que será tenido en cuenta al realizar el informe definitivo sobre las causas de la muerte.

Una agenda muy intensa

Los amigos y familiares de María coinciden en que la piloto nunca se quejaba sobre las secuelas del accidente. «Hace diez días participó en el evento de presentación de nuestra nueva colección de diamantes en Valencia. Estaba perfectamente. Atendió a todos los medios y clientes. Fue la primera en llegar y la última en irse», recuerda Gonzalo Durán, director de márketing de la joyería Durán. «En ningún momento se quejó, todo lo contrario. Estaba llena de proyectos», añade. De Villota era embajadora de la firma, con la que diseñó una pulsera solidaria a beneficio de la Fundación Ana Carolina Díez-Mahou, que financia los tratamientos para niños con enfermedades neuromusculares.

El próximo lunes, la piloto también iba a presentar su libro , «La vida es un regalo». «María estuvo trabajando durante un año en este proyecto. Lo escribió ella misma , no como otros famosos que contratan a alguien para hacerlo», explica Bibiana Ripol, de Plataforma Editorial, la editorial que publica el libro. «Hace pocos días tuvo una reunión con el director de la editorial, Jordi Nadal, y estaba muy bien, nadie percibió ninguna síntoma de enfermedad», añade la editora. Pese a que se ha cancelado la presentación de «La vida es un regalo» en Madrid, el libro ya está distribuido en las librerías de toda España. En algunas ya se ha agotado.

La pregunta que se hace ahora el círculo íntimo de la deportista es si María de Villota estaba preparada para asumir tantos compromisos. Desde marzo de 2013 era la encargada de la Categoría de Monoplazas de la Comisión de Pilotos de la Federación Automovilística Internacional (FIA). Además, colaboraba en múltiples causas benéficas y participaba en las retransmisiones de la Fórmula 1 para Antena 3. «María supo estirar su vida hasta el final» , dice Mamen Sánchez, prima de la piloto y directora adjunta de la revista «¡Hola!», en la que De Villota también colaboraba escribiendo un blog. «Ella sabía que su vida era un regalo. Por eso, este verano, coincidiendo con el primer aniversario del accidente, celebró su ‘‘primer cumpleaños’’ y se casó con Rodrigo, el amor de su vida», explica la periodista.

¿Sabía María que su salud era frágil? «Era consciente de que su salud era delicada y que el futuro era imprevisible . Un día me enseñó las radiografías posteriores al accidente y solo te puedo decir que lo que se veía era asombroso. La cabeza de María era como un jarrón roto en mil pedazos», revela Sánchez. Pero ni eso frenó su carrera. Como dice el maestro Padilla, María era «imparable». «Estaba muy feliz, tenía una ilusión tremenda por vivir. Y lo hizo, vivió todo este tiempo como si no hubiera un mañana».