La duquesa que sacó a bailar a la alta sociedad internacional
Victoria Eugenia Fernández de Córdoba recibió ayer sepultura en el Hospital de Tavera, en Toledo
PATRICIA ESPINOSA DE LOS MONTEROS
Ha sido una de las «cuatro duquesas sevillanas» , uno de los cuatro palos de nuestra particular baraja aristocrática que componen las casas de Medinaceli, Alba, Osuna y Medina Sidonia. Todas en manos de unas mujeres que formaron un póker de damas de primera. ... Medinaceli, con sus casi cincuenta títulos , una antigüedad a veces superior a los de los Alba, once grandezas de España y un patrimonio rico en palacios, tierras y obras de arte, es una de las primeras casas españolas.
Victoria Eugenia Fernández de Córdoba fue importante en la sombra, una gran mujer que apenas aparecía en los medios , pues sentía una especie de alergia a la popularidad. Y es que la fallecida duquesa fue mucho más que la abuela de Rafael y Luis Medina; de Marco, Pablo y Flavia Hohenlohe; de Sol y de Luna Medina. Guapa y elegante, vivió una época dorada , social y culturalmente hablando, hasta que la vida empezó a golpearle con dureza. En especial con la pérdida de tres de sus cuatro hijos. La duquesa, sin embargo, aguantó una embestida tras otra hasta llegar a los 96 años.
Ahijada de Reyes
Hija de Luis Jesús Fernández de Córdoba y Salabert y de Ana María Fernández de Henestrosa y Gayoso de los Cobos , nació en el palacio de Medinaceli de la plaza de Colón de Madrid. Los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia fueron sus padrinos y junto a la Reina, con sólo 14 años, marchó al exilio. En 1938 se casó con Rafael de Medina y Vilallonga , con el que tuvo cuatro hijos: Ana, Luis, Rafael e Ignacio . Fue una personalidad marcada por la discreción, la inteligencia, el equilibrio y el saber vivir, hasta el punto que una de sus amigas más cercanas asegura que «las vivencias con Mimi no se pueden contar». Su sobrina Irina Larios señala que era, sobre todo, una persona divertida y positiva. Disfrutaba de la vida y supo pasarlo muy bien.
Grandes personajes
El primero de los bailes de debutantes que en los años 60 se celebraron en la sevillana Casa de Pilatos respondió a una iniciativa suya para presentar en sociedad a su hija Ana, su sobrina Clara y varias de sus amigas, así como para obtener fondos con destino a la Asociación de Donantes de Sangre de la Cruz Roja. Por ello, y con la única condición de dar un donativo de 5.000 pesetas, lucir un vestido blanco e ir sin joyas, comenzaron estos bailes. Al principio fueron pocas las participantes, pero con los años la lista se fue agrandando. Entre otras, allí debutaron Beatriz de Orleans, Olympia de Torlonia, Geraldine Chaplin, Marisol (Pepa Flores) y Matilde Domecq Solis (hoy esposa de Miguel Arias Cañete). A este baile, como más tarde al de la Rosa de Montecarlo, asisitieron Orson Welles, La Begum, Mel Ferrer y Audrey Hepburn . En 1966 tuvo lugar uno de los bailes de debutantes más célebres, pues allí coincidieron, flanqueando al duque de Medinaceli durante la cena, Jacqueline Kennedy y la Princesa Gracia de Mónaco , quienes se odiaban cordialmente.
Chirri Moreno, duquesa de Escalona, cuenta que todos en Sevilla la han considerado un personaje fundamental por ser la primera que amortizó su patrimonio con Tavera, Oca y Pilatos. Y es que supo ver y aplicar antes que nadie los principios que ya regían en las grandes casas europeas con objeto de rentabilizar el patrimonio y conseguir ayudas extras para conservarlo.
La creación de la Fundación Medinaceli , en 1980, es muestra de ello, como también lo fue la apertura al público del Hospital de Tavera en Toledo y el arreglo de los jardines de Oca, Moratalla y La Almoraima. Todo ello apoyada por su único hijo vivo, Ignacio, duque de Segorbe.
En sus últimos años, ya postrada en su cama, sin casi poder ver ni oír, su interés y curiosidad por lo que sucedía en el mundo siguió viva. Siempre alerta gracias a la radio , siempre entreteinida gracias a su iPad. En su entorno recuerdan cuando en julio de 2010 España ganó el mundial de fútbol : sobre su camisón se puso una camiseta de la selección. Jamás perdió la conexión con el exterior.
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