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Suzy Menkes _ Editora de moda del «International Herald Tribune»

Suzy Menkes: «Naomi Campbell me ha llamado para ver cuándo puede comprar mis vestidos»

Suzy Menkes, editora de estilo del «International Herald Tribune», que sacará a subasta su fondo de armario, habla para ABC

Suzy Menkes: «Naomi Campbell me ha llamado para ver cuándo puede comprar mis vestidos» efe

borja bergareche

Suzy Menkes empezó a hacer periodismo de moda en 1966, cuando recién graduada de Cambridge se incorporó a « The Times ». Desde 1988, es la editora de estilo del «International Herald Tribune». Para muchos, la periodista británica es a la prensa diaria lo que Anna Wintour , directora de la edición estadounidense de Vogue, es a las revistas de papel couché. Una voz culta, tan influyente como independiente, que estudió costura de joven en París en los sesenta y que a sus 69 años personifica como pocos profesionales de la pluma la aspiración del periodista como prescriptor y marca personal. Una condición de icono de sí misma -simbolizado por su característico peinado con tupé, definido con decisión durante su entrevista con ABC en Londres- que le permite ahora sacar a subasta su fondo de armario.

Desde este jueves, y hasta el 22 de julio, Christie’s mantiene abierta una subasta online con ochenta prendas y accesorios del codiciado vestuario de Menkes. «No había tirado ninguna prenda de mi armario desde 1964, pero no tengo un espacio abierto suficiente en mi casa y me daba pena verlo metido en baúles», explica. Vive en París, con un pie en Londres. Es viuda, y tiene tres hijos y tres hijas. Su conversación es aguda e inteligente como su escritura, y rezuma simpatía cuando se quita la máscara de crítico. Naomi Campbell le persigue, interesada en sus vestidos de seda sesenteros de Ossie Clark. Pero la estrella de la subasta es una chaqueta de cóctel de Yves Saint Laurent de 1980 , con un precio de salida de 1.100-2.300 euros.

- Para qué sirve la ropa?

- La ropa está para ahí expresar tu personalidad, y a menudo no somos conscientes. Yo he aprendido mucho de mi misma mirando mi colección. No hay muchos logos de marcas en mi ropa. Soy una persona alegre por naturaleza, me gusta el color, me gustan las formas, y soy un desastre como “fashionista” porque tengo muy poca ropa negra.

- ¿Qué tipo de compradora es usted?

- Soy básicamente una compradora apasionada. Si no amas algo, nunca te corresponderá con su amor. Es muy importante tener una relación con tu ropa, y saber que a una ocasión alegre has llevado un vestido alegre. Esa alegría llega cuando te pones algo, y de la forma en que la llevas. La ropa se convierte en tuya cuando va contigo a una ocasión especial, ahí es cuando surge la emoción, más que en el momento estético de ver algo y decir, “es divino, lo quiero”.

- No ha sacado a subasta su vestido de boda...

- No, ese me lo guardo, está en casa.

- ¿Es esta subasta un divorcio de su ropa?

- No, no es una decisión de que esta ropa ya no forma parte de mi vida, es lo contrario. Quiero que otras personas puedan disfrutar con mi ropa como hice yo, que los vestidos tengan ahora otra vida. En algunos casos, me consta que los museos están interesados porque son piezas históricas. Y no soy tan vieja, pero es interesante ver cómo empezamos a entender la moda de esta manera. Por ejemplo, los vestidos de Ossie Clark de los 60 son vistos como monumentos históricos en el mundo de la moda.

- El Museo Balenciaga en España, David Bowie como icono de la moda en el Victoria&Albert..., ¿es bueno que la moda se haya convertido en un objeto de museo?

- Los museos hoy día son utilizados demasiado por las marcas para promover su imagen. La mayoría de las exposiciones de moda son muy interesantes, pero algunas sin embargo son demasiado reverenciales, parece que hay que arrodillarse ante los vestidos. No creo que el papel de los museos sea dar publicidad a las marcas que eligen organizar exposiciones. Cuando estuve en la inauguración del Museo Balenciaga tuve una experiencia maravillosa. Estuve hablando con las señoras mayores, las damas de sociedad, las condesas que habían llevado de jóvenes sus vestidos, y aprendí mucho de Balenciaga. Siempre le había visto como un diseñador rígido, pero muchas me decían cómo sus madres le invitaban a cenar y no dejaban de reírse en toda la velada. Otra me contó que, en cuanto vio que estaba embarazada, Balenciaga dijo que iba a cortar y alterar el vestido para adaptarlo a su embarazo.

- ¿Cómo ha evolucionado la forma en que las mujeres llevan su ropa?

Si miramos atrás, a Balenciaga, hablamos de alta costura, nunca hacían prêt-à-porter. Y creo que muchos no se dan cuenta que cuando vemos a la duquesa de Cambridge vestida de Alexander McQueen por Sarah Burton también es «couture». Yo no tuve la suerte de estar en esa liga, siempre me he comprado mi propia ropa, pero sí tengo algunas piezas de alta costura de Christian Lacroix. La gran diferencia que veo es que antes no había el enorme abismo que hay hoy entre Top Shop y Zara y la ropa de diseño. Era inconcebible que, como ocurre hoy, algo de Dolce & Gabanna cueste veinte veces más, podía ser el doble como mucho.

- ¿Qué espera de la subasta?

- La subasta es como un eBay de alto nivel. La gente hoy día es muy inteligente, sabe lo que es bueno y tiene claro lo que quiere. Los vestidos de Ossie clark son icónicos, Naomi Campbell me ha estado llamando preguntando cuándo empieza la subasta y cuándo puede comprar. Mis trajes de Saint Laurent, por el contrario, creo que no hacen justicia al diseñador, pero muchas mujeres entenderán que definen una era maravillosa para nosotras. Podíamos llevar esos trajes todo el día, con pantalones diseñados maravillosamente, llevar a los niños al colegio, ir a trabajar, salir a comer, y luego ponerles un broche y cambiarte de zapatos para acompañar a tu marido a un evento de trabajo.

- ¿En qué ha transformado ese mayor poder de los consumidores la relación entre los diseñadores y sus clientes?

- Creo que los diseñadores están sometidos a una presión excesiva. Cuando yo empecé a cubrir desfiles, los diseñadores hacían cuatro colecciones al año como mucho. Ahora se les pide que hagan diez. Es demasiado. A menudo lo que vemos es el trabajo de los equipos del diseñador, que cogen sus ideas y las diluyen para completar todas estas colecciones. Es mucho menos emocionante que cuando los diseñadores hacían personalmente una o dos colecciones.

- ¿Va la industria demasiado rápido?

- No se puede cambiar el mundo, no podemos decir que nos gustaría movernos en carroza y no en coche, hay que vivir el mundo que te toca vivir. Lo importante es que una mujer podría ponerse cualquiera de las piezas de mi colección desde el momento en que las bajara del maniquí. Y creo que esa es la demostración de la belleza de la ropa bien diseñada.

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