«Oscar Pistorius no llora por su novia. Llora por él mismo y por la vida que ha perdido»

Reeva Steenkamp también era modelo. Este año iba a ser su año; un reality show a punto de estrenar, contratos publicitarios, portadas de revistas y, desde noviembre, la pareja oficial de uno de los deportistas más famosos del mundo. Lamentablemente la policía la encontró en el suelo de la casa de su novio, en Pretoria, el pasado 14 de febrero. Reeva había sido herida de muerte por los disparos que salieron de la pistola del atleta sudafricano aquella madrugada de San Valentín.

Las lágrimas de Pistorius en la magistratura de Pretoria llenaron de rabia a Shashi Naidoo, igual que el funeral privado que el deportista realizó en memoria de Reeva cuando obtuvo la libertad bajo fianza el pasado 22 de febrero.

«Oscar no lloraba por Reeva, lloraba por él mismo. Llora por la vida que ha perdido, no por la vida que ha truncado. Su vida está acabada; le han abandonado los patrocinadores, y ahora todo el mundo sabe quién es realmente». Pistorius afirma que la mató por accidente. Su obsesión por la seguridad le llevó a pensar que en el cuarto de baño de su dormitorio se encontraba un intruso en lugar de su novia, y atenazado por el miedo disparó hasta cuatro veces a través de la puerta. Shashi Naidoo no le cree. «Está acusado de asesinato; si le condenan, pasará su vida en al cárcel. Por supuesto que va a decir lo que sea para evitarlo». Además, la modelo añade que la reputación de Oscar Pistorius proviene de que este se «ha gastado una fortuna en publicistas, por eso hay cosas de su pasado que nadie conocía. Pero nada de lo que pasó antes importa, porque nada puede explicar ni justificar por qué la mató», explica.

Shashi Naidoo está afligida pues nadie vio las señales y ha decidido hablar porque espera «que esto sirva para que veamos qué puede pasarle a cualquiera. Si sospechas algo, si ves que alguien está en una relación de maltrato hay que apoyarle, estar a su lado y sacarle de ahí. No quiero que Reeva muera en vano».

Sashi Naidoo y Reeva Steenkamp se conocieron en su ciudad natal, Port Elisabeth, hace más de diez años y se hicieron íntimas en Johannesburgo cuando ambas trataban de abrirse camino en el mundo de la moda sudafricana. Coincidieron en una fiesta apenas una semana y media antes de su muerte. «Hablamos un momento. Ella estaba con Oscar. Alguien me dijo que tuvieron una discusión, que tenían problemas. En aquel momento yo no lo vi», se lamenta. «Oscar Pistorius era una persona de amores apasionados. Todos sabíamos que era muy posesivo y celoso con Reeva, pero muchos novios son así y nunca imaginas que vayan a matar a su pareja», afirma Naidoo.

Shashi comenta que Oscar era consciente de que su novia era «una mujer increíble», y esto acabó por «obsesionarle»: «Su comportamiento a veces era extraño. Su forma de tratarla cambió mucho desde que empezaron a salir. Le preguntaba todo tipo de cosas; quería saber constantemente dónde estaba, qué hacía, quién la llamaba… Quería apartarla de su vida anterior». Incluso Naidoo llegó a reconocer que «en los últimos tiempos comenzamos a pensar que Oscar no era la persona que todos creíamos, ese modelo de comportamiento fascinante; su cara oculta empezaba a aflorar».

En un viaje de la pareja a Ciudad del Cabo, sus amigos fueron incapaces de verla porque «todo era Oscar». «Cuando empiezas a salir con alguien tiendes a pasar por alto muchas cosas, y ella estaba enamorada», aclara.

Shashi recuerda emocionada los últimos meses de vida de Reeva; estaba muy contenta con todas las cosas buenas que le estaban pasando y ni siquiera sus amigos pudieron ver algo malo en aquella relación con Pistorius, dice ahora la modelo sudafricana.

«Todos sabíamos que Oscar disparaba, pero no que durmiera con una pistola bajo la almohada y que siempre la llevara encima. Se ha hablado mucho de que en Sudáfrica todos tienen un arma; yo no conozco a nadie. Oscar era el único, y desde luego lo que no es normal es tener una metralleta en casa», expresa de manera muy clara.

La mañana de su muerte Naidoo salió a correr, desayunó, y tras darse una ducha subió a su habitación para mirar el móvil; tenía quince llamadas perdidas de sus amigos cercanos. «Supe inmediatamente que algo malo había pasado. Cuando me dijeron que Oscar había disparado a Reeva me quedé conmocionada. Leer la prensa esos días fue muy doloroso; primero cuatro disparos, uno en la cabeza; al día siguiente la noticia de que se encerró en el baño huyendo de él. Luego un bate de cricket ensangrentado…». Es «terrible imaginar a tu amiga pasando por ese horror».