a esta altura

Lo que de verdad importa

Que aprendan los políticos de este país: no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita

marta barroso

No soporto las noticias. No aguanto a los políticos. Me repele su comportamiento. Si gobiernan como si no lo hacen. Casi todos son iguales. En el poder o en la oposición. Qué palabras tan simples, ¿verdad? Pero como lo pienso lo escribo. No sé hacerlo ... de otra manera. Claro y conciso. Tan claro como las que dice el profesor Leopoldo Abadía .

Qué maravilla de hombre. Si con él, por entender, entiendo hasta de economía. Él sí que debería estar en el poder. Qué sencillez de términos. Qué clarividencia. Activo el disco duro, o lo que me queda de él, y, sin saber por qué, enlazo mis pensamientos con algo que él dijo. En lo que de verdad me importa.

«Estamos tan preocupados con qué mundo dejamos a nuestros hijos que no nos damos cuenta de que lo que de verdad debería preocuparnos es qué hijos dejamos a nuestro mundo ». Y seguía. «Lo más importante es educarles para que sean buenas personas». Cuánta razón. Tan sencillo y tan obvio. Tan lógico y tan fácil. Reflexiono. Lo que de verdad importa. Eso. La educación. Los valores. Nuestro legado. Su futuro.

Con sus palabras retumbando en mi mente me encuentro, lo que es el destino, con un grupo variopinto de personas que acuden a la llamada de la Fundación Lo Que De Verdad Importa, que entiende al pie de la letra las palabras de Abadía e intenta inculcar los valores en la sociedad. Por medio de sus congresos y ahora con sus acciones de voluntariado.

Como la del otro día. Que acercó a padres y a hijos a un mundo del que de verdad hay que aprender. El de los indigentes . El de los sin techo. El de esos seres humanos que sonreían o lloraban por el mero hecho de recibir un café y un bollo en el gélido amanecer de Madrid. Los que nos enseñaron, con su testimonio, lo que de verdad importa. Nunca olvidaré sus caras. Como la de aquella mujer envuelta en mantas, que ese día cumplía años. Al confesarlo, los voluntarios le cantaron «Cumpleaños feliz». Hacía diez años que nadie se lo cantaba. Esa imagen vale más que mil palabras. No como las que protagonizan, día a día, los poderosos de este país. No es más feliz el que más tiene, si no el que menos necesita. Que aprendan. Ya está bien.

Lo que de verdad importa

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