Luis XVI y las manitas de cerdo

El marido de María Antonieta era cazador y aficionado a los trabajos manuales. Y comilón

Luis XVI y las manitas de cerdo abc

cristino álvarez

Seguro que era una buena persona, y quizá en otras circunstancias hubiera sido un rey más bueno que malo; pero a Luis XVI, nieto de Luis XV y rey por los fallecimientos de su padre y su hermano mayor, le tocó una época difícil: nada ... menos que la Revolución por antonomasia, la revolución francesa. Intentó diversas reformas, pero contó con la oposición de los que entonces eran los poderes fácticos: la aristocracia y el alto clero. Sus intenciones reformistas no llegaron, sin embargo, a transigir con las exigencias de la Asamblea Nacional proclamada por el llamado Tercer Estado. A partir de ahí se desencadenó la tragedia : fuga frustrada, encarcelamiento en el Temple, proceso y condena; fue guillotinado en lo que hoy es plaza de la Concordia, entonces llamada «de la Revolución».

Casado con la austriaca María Antonieta, se esforzó por ser un buen padre de familia; pero sus verdaderas aficiones estaban lejos del protocolo de Versalles. Le gustaban los trabajos manuales, sobre todo de cerrajería; por supuesto, era cazador. Y además era comilón. Insaciable. De hecho , cuando huía de París hacia el Rhin con su familia, fue reconocido en Varennes por un postillón. La leyenda dice que el rey se detuvo a comer en Sainte-Menehould, para deleitarse con las manitas de cerdo que llevan el nombre de ese pueblo de la Champagne. Fue en Varennes.

Salsa con trufa para las manitas

Los pieds de cochon à la Sainte-Menehould van deshuesados, empanados y dorados al horno, con mantequilla. La salsa consta de muchos ingredientes, entre ellos, cómo no, trufa; la trufa les va muy bien a las manitas de cerdo. Si no las compran ya cocidas, pero sí limpias, tendrán que cocerlas un buen rato . Cuando estén, se deshuesan cuidadosamente (son veintiséis huesecillos por manita) y se rellenan con una trufa cortada en láminas. Luego se envuelven en un redaño de cerdo , recomponiendo su forma, y se meten a horno medio de 15 a 20 minutos, hasta que queden bien doraditas. Y después de probarlas dirán eso de «del cerdo, hasta los andares». Y tanto que sí.

Luis XVI y las manitas de cerdo

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