Cressida Bonas y su miedo a convertirse en princesa
La joven y el Príncipe Enrique han roto su relación después de dos años de noviazgo
ana mellado
Ser la novia de un príncipe no es fácil. Si además pertenece a una Familia Real que despierta unas altísimas cotas de interés y vive constantemente bajo el escrutinio de la opinión pública, la tarea resulta cuanto menos intimidante. Y eso es precisamente lo que ... parece haber dado al traste con la relación del príncipe Enrique de Inglaterra y su novia Cressida Bonas, que a sus 25 años no ha encontrado fuerzas suficientes para soportar la constante exposición a los medios.
«Es imposible que una relación funcione si está en el punto de mira del público», declararon fuentes cercanas a la pareja, al diario The Telegraph. El noviazgo había comenzado a deteriorarse en las últimas semanas, pero nadie vaticinaba un desenlace así, después de que se hubiera especulado incluso con una posible boda para el año 2015. «Es muy triste, han decidido separarse de forma amigable, han decidido cada uno recorrer su camino», apuntó una fuente cercana a la pareja que citan hoy los medios británicos.
Sobre la posibilidad de que el nieto de la Reina Isabel II y cuarto en la línea de sucesión al trono y Cressi se den una segunda oportunidad, dicha fuente añade que «no se puede saber dado que ellos mismos tampoco lo saben». Sorprende que el entorno cercano de Cressida, a pesar de haber lamentado la noticia, recalca que esta ruptura permitirá a la joven centrarse en su carrera . «Esto da a Cressida la oportunidad de centrarse en su carrera, pero le gustaría tener unos días para estar solo».
Estas declaraciones ponen de manifiesto que además de la renuncia que siempre causó la atención mediática sobre Cressi, ésta tampoco llegó nunca asimilar el hecho de tener que elegir entre una carrera en el mundo del teatro y el baile y un novio real. La rubia de rostro angelical había estudiado danza contemporánea en la Universidad de Leeds y en el Conservatorio de Música y Danza Trinity Laban en Greenwich.
Ruptura por sorpresa
La repentina ruptura ha pillado completamente por sorpresa a la prensa británica, que ya se frotaba las manos con la posibilidad de una nueva enlace real. Hace sólo un mes, las campanas de boda repicaban más fuerte que nunca después de que ella acompañase al Príncipe a un compromiso oficial por primera vez.
La pareja se besó y abrazó en el evento en el Wembley Arena al que asistieron 12.000 personas, lo que se interpretó como una señal de que su relación había dado un paso adelante y ya no necesitaban ocultarse. Dos días después, los dos regalaban de nuevo unas preciosas imágenes en un partido de rugby de las Seis Naciones en Twickenham.
Las dos apariciones públicas en tan sólo tres días generaron todo tipo de lecturas. Hasta ese momento, Bonas había desarrollado una especie de pánico a las cámaras y la prensa en general y siempre había evitado ser fotografiada junto al Príncipe. «Ella ha sido un mar de lágrimas, piensa que es demasiado joven para casarse y se asusta con la idea del matrimonio, pero está muy enamorada de Enrique», declararon amigas de Cressida a la prensa británica el pasado mes de octubre.
Cressida le hizo sentar la cabeza
Aunque el hijo menor de Carlos de Inglaterra ha arrastrado siempre una fama de juerguista irredento, en mayo de 2012 la princesa Eugenia le presentó durante un festival de música a la única chica que se puede atribuir el mérito de haberle hecho sentar la cabeza. Por aquel entonces Cressida volcada en su carrera de bailarina comenzó a relegar los escenarios para trabajar en la empresa de su padre y así poder pasar más tiempo con su novio.
El Príncipe Enrique cumplirá el próximo mes de septiembre 30 años y es inevitable que de vez en cuando mire hacia su hermano Guillermo, que ayer precisamente celebró el tercer aniversario de su boda. Los que conocen a Enrique afirman que ya tenía ganas de sentar la cabeza y formar una familia. Por eso, los rumores de un futuro matrimonio alcanzaron un mayor dimensión. Pero, del compromiso oficial a la ruptura sólo hay un paso, al menos cuando hay una Familia Real de por medio.
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