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Una boda de desaciertos

Muchas de las invitadas acudieron con vestidos en tonos pastel o demasiado roqueras para la ocasión

Una boda de desaciertos reuters

ana ureña

En el caso de la boda de Magdalena de Suecia, además de decir «Y la novia fue de bla nco» podemos añadir -sorprendentemente-: « Y las invitadas también ».

Si bien no se trataba de un blanco nuclear, eran colores pastel tan claros, que en las fotos pueden confundirse con tonos crema. Mette-Marit de Noruega y Tatiana de Grecia eligieron el azul bebé para sus vestidos. Se une a la «pandilla pastel» Sofie de Wessex, con un traje largo de seda en tono rosa empolvado.

Quizás lo más sorprendente fue la aparición de la siempre elegante y protocolaria Marie Chantal de Grecia con un vestido… blanco. Por mucho que lo llamemos hueso, hielo o marfil , es blanco. A no ser que la tradición en los países nórdicos sea distinta a la convencional, nadie entiende cómo puede haber ido de blanco a una boda.

La suerte de la mujer de Pablo de Grecia es que en Suecia, el pueblo tenga una leve obsesión por otra mujer, que le restó atención a su supuesta metedura de pata sartorial. Y es que la más criticada de la boda fue Sofía Hellqvist , la polémica novia del Príncipe Carlos Felipe (ha posado semidesnuda y ha participado en un «reality» televisivo). De ella se dice que «ha hecho un Pippa », o lo que es lo mismo, querer robar el protagonismo. Además de que su vestido sea una copia (mala) del que llevó la hermana de Kate Middleton en la boda con el Príncipe Guillermo, el color era un tono tan suave que también podía parecer blanco visto en fotografía.

Adiós al protocolo

Y si ir de blanco está mal, ir de negro, también (se reserva para funerales). Así que por mucho que Gela Nash , la mujer de John Taylor, del grupo Durán Durán, sea gótica roquera , no se puede ir de negro riguroso, con tocado de plumas y rematar con unos botines con plataforma. Una cosa es ir a la gala de MET en NY con temática punk y otra a una boda en Suecia.

También muy criticadas las hermanas de él, que decidieron ponerse tiaras. Típico «faux pas» que solo le pasa a una norteamericana que se cree que es un complemento para el pelo como cualquier otro. Aunque esta no sea una boda real donde los contrayentes sean los futuros reyes, sigue considerándose un evento real, por lo tanto debe llevar tiara solo a quienes el protocolo se lo permite.

Curioso que a Charlene si se lo permitía, pero apareció como si fuese a desfilar por la alfombra roja, sin ninguna de las dos tiaras que le regaló el Príncipe Alberto , ni las condecoraciones de su país (como todos los demás).

Como curiosidad, acudió el CEO de la firma sueca H&M, Karl-Johan Persson . Nos preguntamos si su mujer iría de la firma «low cost» (ha sacado hace poco una línea nueva de vestidos de noche para ellas), pero a simple vista, nos atrevemos a decir que no. Igual, de haber ido de esta colección, muchas hubiesen ido bastante más acertadas.

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