La cultura del bronceado surgió en los años 20 del siglo pasado y vivió su máximo esplendor en los 80 y en los 90 con el auge de las cabinas de rayos UVA. En los últimos años, hemos empezado a tomar conciencia de los peligros del sol. Como explica el doctor Álvaro Rivera Rodríguez, dermatólogo y miembro de Topdoctor.es, “el sol es fuente de vida y salud, pero también puede tener efectos negativos sobre nuestra piel si no tomamos las medidas adecuadas de protección. La exposición excesiva a los rayos ultravioleta (UV) del sol puede causar quemaduras, envejecimiento prematuro y cáncer de piel, el tipo de cáncer más frecuente en España y en el mundo”. Cada vez somos más conscientes de la necesidad de protegernos a diario del sol con un buen fotoprotector, pero en primavera y verano, cuando empezamos a sacar del armario la ropa de la nueva temporada, pocos se resisten a lucir una piel bronceada con la que verse más favorecidos. La solución para no exponernos a los peligros del sol pasa por el uso de los autobronceadores.
Estos productos incluyen en su fórmula DHA o activos similares que, al entrar en contacto con la epidermis, producen una reacción química de oxidación que tiñe la capa más externa. Su efecto no es permanente, por eso si se quiere mantener el tono bronceado, hay que seguir aplicándolo. Leer las instrucciones del fabricante es esencial para conseguir un moreno natural, pero en general, se aconseja realizar primero una exfoliación, y aplicar el producto de forma uniforme. En las zonas rugosas, como los codos o las rodillas, es preferible echar menos cantidad para que no se acumule. En el cuerpo, usa un guante y lava siempre las manos después, en la cara puedes aplicarlo con brocha o añadiendo unas gotas a tu crema habitual. Estas son algunas de las novedades en autobronceadores, entre ellas, el primer nutricosmético que te pone moreno sin tomar el sol. Importante: el autobronceador no protege del sol, si te vas a exponer a los rayos, hay que aplicar encima un protector solar.
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