Las canas: amigas de los hombres y enemigas de las mujeres
«Mientras de los hombres se dice que maduran, de las mujeres se habla que envejecen», decía Susan Sontag
teresa de la cierva
Los hombres lo habéis tenido siempre fácil. Hay algo muy sexy en las canas varoniles –véanse estas imágenes de George Clooney o Richard Gere – que os permite rebelaros contra los tintes. Pero no ha sido así con las mujeres, que vivimos sometidas a la ... tiranía de la coloración, agarrándonos a ella como una fórmula de eterna juventud. Ya lo decía Susan Sontag: «Mientras de los hombres se dice que maduran, de las mujeres se habla que envejecen».
Por fortuna, llegó Anne Wintour, la gurú de moda más influyente del mundo – interpretada por Meryl Streep en “El Diablo se viste de Prada”- que demostró que el pelo blanco y el estilo no tienen por qué estar reñidos. O Kate Moss y Mary Kate Olsen que, a pesar de su juventud, han lucido orgullosas sus canas en algunos foros «fashionistas» (¿querrán con ello hacernos creer que son tan virtuosas como las adolescentes de pelo cano que tanto se valoraban en la Edad Media?).
En España, el primero que lanzó una lanza a favor de la canicie hace un par de años fue el peluquero de las «celebrities», Michel Meyer, que, con su campaña «Canas al aire», quiso romper con la tiranizada opción de esconder las canas en el mundo de la moda. «La cana puede ser bella si se sabe llevar», asegura Michel Meyer. «El pelo blanco no tiene por qué ser un sinónimo de envejecimiento, puede convertirse en un signo de personalidad. Antropólogas y psicólogas afirman que las canas generan libertad y salud, y empiezan a representar un signo de modernidad y de poder». Si ya en el siglo XVIII era sinónimo de refinamiento –las pelucas de entonces se empolvaban con harina perfumada–, ¿por qué no volver a las viejas (y cómodas) costumbres?.
¿Qué son las canas?
Y es que nos hemos empeñado en que el pelo blanco está marcado por la edad, y realmente lo está por la tabla genética. Es el resultado de un déficit de melanina (pigmentos que otorgan la coloración al cabello), incluso una ausencia total de ellas. Normalmente es el paso del tiempo quien da lugar a que los melanocitos disminuyan y la síntesis de melanina sea más escasa, lo que explica la pérdida del color natural del pelo. Pero los genes son caprichosos, y los primeros cabellos blancos pueden aparecer a edades muy tempranas, de forma aislada o en en grupos o mechones. También algunos factores pueden acelerar su aparición como son la contaminación, el estrés crónico y la ansiedad.
¿Se pueden evitar o retrasar? Hay abiertas algunas líneas de investigación que, mediante manipulación genética, podrían conseguir que el cabello recuperase la melanina perdida. Pero de momento, la cana que sale, se queda. Lo que sí podemos hacer es cuidarla. El mayor problema de los cabellos blancos es que amarillean (y afean). Este fenómeno es la consecuencia visual del deterioro de la queratina debido a la degradación de algunos de sus aminoácidos por la acción del calor o de los UV, ya que carecen de la protección natural de la melanina.
Para devolverles la tonalidad plateada basta con utilizar champús específicos, que contienen pigmentos fríos (azules y violetas) para contrarestar el tono amarillo (su contrario en la tabla de colores). ¿Y «el que canea no calvea» ? Según el dermatólogo Fernando Ordás este dicho popular no tiene fundamento científico. «Los cabellos blancos son mas ásperos y gruesos pero siguen su proceso de caída, sean del color que sean». Si ya no nos dejan ni ese consuelo…
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