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La nostalgia siempre vende
Los muebles «vintage» y las antiguas videoconsolas se han convertido en la última moda, otra vez
Carolina Mínguez
Se conoce como «nostalgia marketing» y trata de aprovechar un sentimiento generacional como argumento de venta. A veces, incluso se vende el apego por una época que el consumidor ni tan siquiera ha vivido. La vuelta al pasado en plena era tecnológica responde a una ... búsqueda de seguridad, de valores ya probados ante la incertidumbre de un futuro que cambia demasiado rápido.
Hoy se puede ver esta tendencia en la moda, con pantalones de tiro alto y colores flúor propios de los años ochenta; en el mercado juguetero con el resurgir de los populares Playmobil, muñecos de Lego y videoconsolas que no conocieron las partidas por internet.
Emere es un buen ejemplo de esta nostalgia rentable, surgió como plataforma online para la venta de videojuegos y consolas retro y ha dado el salto a la tienda física ante la demanda del público de ver y tocar sus productos.
En esta tienda, han apostado por una política de precios bajos, con consolas y juegos de segunda mano y producto nuevo , fabricado en los 80 y 90 pero que no llegó a salir a la venta. Aquí, el cliente se vuelve cómplice nada más entrar por la puerta y ver alguno de los juegos que se exponen en sus estanterías: «Éste lo tenía yo de pequeño, qué difícil era». Muchos acuden incluso, para comprar un título del que no se pasaron alguna pantalla con ánimo de intentarlo de nuevo, en la edad adulta.
Vuelve el mueble de la abuela
La decoración retro también marca la pauta: muebles recuperados casi nuevos, pero con diseños de hace 30, 40 o 50 años. David Alonso atiende en Vintage 4P a clientes de todo el mundo interesados en decorar su casa como lo hacían sus padres o abuelos. Pero sobre todo, interesados en tener algo único y genuino. Es la huída de la decoración globalizada impuesta por las multinacionales del diseño.
«Este mueble lo tenía mi abuela en casa» es el comentario que más habitualmente escucha Alonso en el local seguido de «esto lo tiramos hace poco de una herencia, qué pena no haberlo recuperado».
A esta tendencia estética se suma la necesidad de ganar espacio de almacenamiento: con casas cada vez más pequeñas, los muebles modernos de líneas minimalistas no responden a las necesidades de una generación que vuelve a demandar alacenas , muebles de televisión (aunque el plasma cuelgue de la pared), sillones, barras de bar y piezas prácticas que además, suponen un viaje automático a la niñez.
En el caso del mercado musical es donde mejor se aprecia el apego por el pasado, la puesta en valor de una tecnología imperfecta, la del vinilo, como símbolo de autenticidad de la música que se escucha. Muchos son hijos del casette o del CD, pero han declarado la guerra al formato de compresión MP3 en favor de un disco que no conocieron.
El Cinexin, los centros de belleza de la Señorita Pepis o las Tortugas Ninja fascinan ahora a los nativos digitales, pero sobre todo a sus padres, nacidos en los 70 y los 80, prisioneros de un pensamiento: «cualquier tiempo pasado fue mejor».
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