Muqtada Al Sadr

Muqtada Al Sadr

(REUTERS)

El che de Nayaf

Mikel Ayestarán

Cuando empezó la invasión de 2003 era un desconocido para Occidente, pero con la llegada de los estadounidenses su mensaje antiocupación le convirtió en una de las bestias negras de Washington. Hijo del clérigo chií Muhammad Sadiq Sadr, asesinado por los hombres de Saddam a finales de los noventa, heredó una extensa red de organizaciones islámicas de caridad sobre la que basa su gran poder de atracción entre los sectores chiíes más desfavorecidos. A caballo entre la escuela coránica de Qom y su cuartel general en Nayaf, está inmerso en su proceso de formación religiosa.

Su respuesta a la ocupación fue el despliegue de su milicia, el Ejército del Mehdi, que rápidamente impuso su ley en distintos feudos de esta secta en el país, especialmente el barrio de Ciudad Sadr de Bagdad, que durante la dictadura había sido renombrado como Ciudad Sadr. Su batalla más célebre se produjo en 2004 cuando la milicia mantuvo en jaque a las fuerzas americanas durante varios días hasta que el Gran Ayatola Sistani tuvo que mediar para que volviera la calma. Las voces suníes le acusan de ser el responsable de liderar la guerra sectaria por parte del chiismo.

Su brazo político es la corriente saderista, que ha logrado convertirse en un actor de peso en la actual escena iraquí ostentando seis ministerios. Alejado de la figura del primer ministro, Nuri Al Maliki, desde que este lanzara la operación militar para acabar con el poder de las milicias en Basora, su apoyo resulta imprescindible para la formación del próximo gobierno.