(ERNESTO AGUDO)
Mikel Ayestarán
"Es un día doloroso, hemos sufrido una gran tragedia". Ammar Al Hakim fue el encargado de anunciar la muerte de su padre, Abdul Aziz, en un hospital de Teherán en agosto del pasado año víctima de un cáncer. Desde ese día cogió el timón del ahora llamado Consejo Supremo, antes Consejo Supremo Revolucionario, partido fundado por su padre bajo el padrinazgo del Imam Jomeini durante su exilio de más de veinte años en Irán para huir de Saddam.
Hijo de Gran Ayatolá, la saga chií de los Al Hakim sufrió la persecución del régimen baasista, que asesinó a seis de sus siete hermanos. El séptimo hermano, Mohamed Baqir, el auténtico hombre fuerte, murió asesinado en 2003 tras el atentado contra la mezquita del Imam Ali en Nayaf, que mató a más de cien personas y marcó el inicio de la lucha intersectaria en el país.
Manteniendo siempre el complicado equilibrio entre la influencia de Washington y Teherán, logró unir en torno a su formación al resto de partidos chiíes fuertes del país para lanzar la Alianza Unida de Irak, que hasta la elección del nuevo parlamento controlaba la cámara con 132 de los 275 escaños. Después de 24 años de dictadura baazista, los chiíes lograron su venganza política gracias a esta coalición que trasladó a la cámara la división religiosa y étnica de las calles.