Después de tres años sin título de pilotos y del fallo final que el curso pasado dejó a Fernando Alonso en puertas de su tricampeonato, Ferrari afronta el Mundial de 2011 bajo presión. "El único objetivo es ganar", enfatizó el director de la 'Scuderia', Stéfano Dominicali, cuando a finales de enero presentó en Maranello el nuevo F150, un monoplaza más agresivo que su predecesor, el F60, y cuyo nombre supone un homenaje al 150 aniversario de la unificación de Italia.

El proyecto nació como una "ruptura con el pasado" tanto en el diseño del motor como en la línea y la aerodinámica. La principal modificación con respeto al coche de 2010 es el Kers, un sistema utilizado sólo en 2009 para recuperar y utilizar la energía de las frenadas en algunas aceleraciones.

El propulsor, objeto de una congelación reglamentaria de desarrollo, no ha evolucionado, aunque se buscó mayor fiabilidad. Los sistemas de refrigeración y lubrificación se cambiaron para albergar el Kers. Se prohibió el doble difusor, situado debajo y detrás del vehículo y cuyo nivel de eficacia trajo varias polémicas en las dos últimas temporadas.

Fernando Alonso, más integrado en el equipo y al máximo nivelo de motivación y profesionalidad, afrontó desde el primer día de pretemporada el desafío. En su segundo año en Italia, todo lo que no sea ganar el título se considerará un fracaso. El brasileño Felipe Massa debería colaborar para que Ferrari repita el éxito de Kimi Raikkonen en 2007, cuando el finlandés supo aprovecharse de las guerras internas de Alonso y Hamilton en McLaren.

Presente desde 1950, con 16 títulos de constructores, 15 de pilotos y una legión de seguidores, la 'Scudería' lo es todo en el 'gran circo'. Enzo Ferrari fue su primer impulsor y el argentino José Froilán González ganó la primera carrera para 'il cavallino rampante' en el Gran Premio del Reino Unido de 1951. Un año después llegaría el primer título con el italiano Alberto Ascari, que repitió éxito en el ejercicio siguiente.

El mítico Juan Manuel Fangio, que ya había sumado tres títulos como piloto de Alfa Romeo, Maserati y Mercedes, logró el tetracampeonato con Ferrari en 1956. Sólo dos años antes de morir, el inglés Mike Hawthorn consiguió el cetro en el 58. Los italianos siguieron sumando éxitos a principios de los sesenta, gracias al estadounidense Phil Hill (1961) y al británico John Surtees, el único capaz de ascender a lo más alto del podio en motociclismo y F1 (1964).

La aparición de escuderías como Brabham, Lotus o McLaren hizo sufrir una década oscura a los transalpinos, que no celebraron un nuevo entorchado mundial hasta 1975, de la mano del austriaco Niki Lauda. Dos años después fue el sudafricano Jody Scheckter quien dio al equipo rojo su novena corona secundado por Gilles Villeneuve. Este piloto canadiense protagonizó la mayor tragedia deportiva en la historia de Ferrari, al fallecer en un accidente en el GP de Bélgica de 1982. Pese no ganar ningún título, es uno de los pilotos más queridos y admirados de los 'tifosi' por su valentía y agresividad en la pista.

Ferrari tardó más de veinte años en volver a sonreír. El alemán Michael Schumacher fue el responsable del 'risorgimento'. De 2000 a 2004 sumó cinco títulos consecutivos en los que, además, dominó con mano de hierro y corazón de 'kaiser'. Luego llegaría ese galardón de Raikkonen. Ahora, el 'Guaje' tiene la palabra.