Vox avisa que el acuerdo balear no es extrapolable y exige estar en los gobiernos aún pendientes

Por ahora, desde las elecciones autonómicas celebradas el 28 de mayo, PP y Vox han cerrado dos acuerdos a nivel regional para que prosperen sendas investiduras de candidatos populares. Uno en la Comunidad Valenciana, donde fue el PP quien renunció a su aspiración de gobernar en solitario para que Carlos Mazón sea el próximo presidente de la Generalitat; y otro en Baleares, donde Marga Prohens sí encabezará un consejo monocolor tras conformarse Vox con un acuerdo programático «histórico», dicen, en lo tocante a las políticas lingüísticas.

Pero si había alguna tentación en Génova de dejarse invadir por el optimismo, como si Baleares sentase un precedente que pudiese desencallar rápidamente el resto de conversaciones, nada más lejos de la realidad. Ha sido el propio Abascal, este jueves en Salamanca, quien ha querido dejar claro, sin matiz posible, que Baleares es la excepción que marca la regla. El presidente de Vox ha justificado la posición dispar de su partido en esta comunidad autónoma en el «riesgo» existente en ella de que el nacionalismo toque poder y asome a la región, poco a poco, al mismo abismo al que se acercó Cataluña en 2017.

«El riesgo es la entrada del separatismo, de nuevo, en el Gobierno de Baleares y la imposición del catalán en las aulas», ha explicado a los medios, antes de participar en un acto de precampaña. «Ese riesgo, como ustedes comprenderán, no existe en Aragón, no existe en Murcia y no existe en Extremadura», ha incidido, antes de sentenciar: «Lo que ha servido para Baleares no va a servir de ninguna manera para esas comunidades».

Fuentes del entorno de Abascal consultadas por este diario sostienen que el único cambio que se ha producido en Extremadura, tras el giro de María Guardiola –que afirmó en una entrevista en ABC que en el PP tienen cabida todas las sensibilidades menos la de Vox, pero después ha reivindicado una negociación desde el respeto a esa formación–, es que han cesado «los insultos» hacia la formación derechista. «Se niega en rotundo a que entre un solo consejero de Vox en su gobierno», aseguran estas fuentes, que insisten en que en Extremadura, como en Aragón y Región de Murcia, su presencia en los ejecutivos es innegociable.

En Baleares, remarcan estas fuentes, el PP les ha dado la Presidencia del Parlamento autonómico, una oficina dependiente de la cámara regional, un acuerdo «histórico» en materia de lengua para garantizar la libertad de enseñanza en todas las etapas educativas, la entrada en los gobiernos de dos consejos insulares –Mallorca y Menorca– y un acuerdo programático de más de cien puntos. «Todo eso a cambio de la abstención. No creo que ni Murcia, ni Aragón ni Extremadura –donde por ejemplo es necesario el sí de Vox para que Guardiola sea presidenta– puedan igualar la oferta».

Más allá de lo eminentemente ideológico, que en el caso de Baleares ha sido fundamental para Vox porque era una exigencia 'sine qua non' que los padres puedan elegir la lengua en la que escolarizan a sus hijos, hay otros aspectos que también han tenido peso en estas diferencias, como ha subrayado este mediodía el propio Abascal.

«He de decir que el comportamiento de la señora Prohens ha sido en todo momento respetuoso con los electores de Vox, no les ha insultado como ha ocurrido en Extremadura», ha dicho Abascal, mirando a Mérida. Dirección Murcia, otro mensaje: «La señora Prohens no ha incumplido un acuerdo de investidura previo con Vox, como sí ha ocurrido en Murcia, donde el PP cometió además el gigantesco error, por calificarlo de forma suave, de gobernar con tránsfugas de Vox».

Abascal se refería a los acuerdos alcanzados por el presidente murciano, Fernando López Miras, con tránsfugas de Ciudadanos y de Vox para desactivar la moción de censura que presentaron conjuntamente Ciudadanos y el PSOE en 2021 para intentar desbancarlo. López Miras, en Cartagena, ha justificado este jueves que su movimiento sirvió, en plena pandemia, para evitar que la izquierda se hiciese con el poder. «Yo estoy convencido de que Vox no querría que gobernase la izquierda», ha afirmado, según recoge Ep, y ha puesto como ejemplo el pacto cerrado en Baleares, donde, ha defendido, «se ha respetado el resultado de las elecciones».

A Vox sigue sin servirle y, por tanto, el pulso continúa en estas tres comunidades. Alberto Núñez Feijóo, desde Bruselas, ha avisado que la situación puede llevar a esos territorios a «ir a elecciones», pero ha aseverado que convendría buscar un gobierno de cambio «rápido». En eso, en la celeridad, coincide Abascal: «Tenemos la obligación de andar ese camino muy rápidamente y que Vox entre en los gobiernos donde se ha convertido en decisivo». «Si se hubiese aceptado el pacto de la lista más votada, hoy no necesitaríamos que PSOE y PP buscasen a otros», se seguía lamentando hoy el líder popular. Su formación precisa de Vox.