Tras cinco años, alivio y esperanza en el «consenso Perelló»

Candidata de nadie, candidata de todos, la nueva presidenta del CGPJ y el Supremo no decepcionó

Perelló pide a los políticos y al Ejecutivo respeto a la Justicia y evitar «ataques injustificados»

La recientemente elegida presidenta del CGPJ y Tribunal Supremo, Isabel Perelló, junto a S.M El Rey efe

Los balcones del Salón de los Pasos Perdidos del Supremo, donde ayer se celebró el cóctel posterior al solemne acto de Apertura del Año Judicial, estaban abiertas de par en par. Corría el aire, metáfora de un ambiente fresco y alegre que se ... respiraba tras cinco años de apagón y de angustia. Han sido «tiempos difíciles», como dijo la nueva presidenta, de modo que el alivio del acuerdo in extremis para nombrar Isabel Perelló se tradujo en sonrisas y buen ambiente, de los que llegan y de los que se van, porque todos estaban sufriendo este bloqueo político.

Perelló, candidata de nadie, candidata de todos, no decepcionó. Es verdad que no tiene carisma, y habla con timidez, pero gustó, y el que da primero da dos veces. Primero, porque defendió la independencia judicial; segundo, porque apremió a los vocales del CGPJ a elegir con rigor a los nuevos magistrados; tercero, porque supo dirigirse a toda la carrera, y por último, y no menos importante, porque fue breve. Cinco páginas con cinco ideas claras, sin grandes latinajos ni rimbombantes metáforas propias de los grandes togados. «A veces los juristas somos muy rococó», bromeaba un juez.

Pero no todo eran jueces ayer entre los muros del Supremo, también había muchos fiscales, y entre ellos la unanimidad se fue por donde venía. «¿Pero qué se ha creído?», decía una significada fiscal tras escuchar el discurso «propagandístico» del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. «¡Pero si parece que lo ha escrito el Gobierno!», decía otro, escandalizado por su ataque a las acusaciones populares cuando es una de ellas quien está investigando a la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ayer no estuvo allí.

Sí asistieron el ministro de Justicia, Félix Bolaños, que decía estar feliz con el acuerdo porque bajo su mando se ha desbloqueado la Justicia; la vicepresidenta Yolanda Díaz, quien, en las antípodas del iracundo Pablo Iglesias -que sigue soltando bilis desde los extramuros del sistema-, mostró también su satisfacción con el acuerdo porque «hemos trabajado mucho», y Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, discreto, tal vez porque a esa hora su partido presentaba ante el TC el recurso contra la amnistía.

Como era de esperar mucho se habló de la amnistía, porque allí estaban Cándido Conde-Pumpido, bajo cuya presidencia se decidirá, ya en 2025, sobre la ley, como adelantó ABC. También estaba Manuel Marchena, que esquivó el tema con esa cintura de torero clásico, y Pablo Llarena, que admitió que la tocata y fuga de Puigdemont le pilló trabajando (y con la tele apagada, claro). Hoy toma posesión en el TC el magistrado José María Macías, que atendió a tanta gente que le costó dios y ayuda salir a comer. Allí se enteró de que él será el ponente del recurso de inconstitucionalidad presentado ayer.

Al final, el mundo judicial ha vivido tensionado y necesita ponerse a trabajar, porque hay un retraso considerable como consecuencia de un bloqueo que siempre fue demasiado largo y de unas injerencias políticas que lo han contaminado todo. Por eso, entre unos y otros se confiaba en que el «consenso Perelló» se mantenga muchos años. Eso sí, alguna sonrisa pícara se escapó entre el sector conservador: el acuerdo se alcanzó por la división de la izquierda judicial. Y Perelló, de quien todos hablan bien, sabe que su éxito será mantener ese equilibrio que ya lleva su nombre.

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