Un testigo del crimen, sobre la víctima mortal: «Es un héroe de la Iglesia, ha muerto por defender el templo»
Ataque yihadista en dos iglesias de Algeciras
El padre Rubén conversa con ABC sobre el sacristán fallecido en el atentado de este miércoles
El yihadista miró al cielo y gritó «Alá» antes de asestarle el golpe mortal al sacristán
En directo | Última hora del presunto ataque yihadista con un sacristán muerto y varios heridos
El padre Rubén se emociona. La voz se le entrecorta en la puerta de la Iglesia de La Palma. Su fiel amigo, el sacristán que cuida de los cuatro curas del templo mayor de Algeciras, que les protege, su confidente más fiel, fue asesinado casi ... delante de sus narices. «Llevo ocho sobrecitos de tila», reconoce el párroco, vicario de la Iglesia, que fue el encargado de dar la misa la tarde del miércoles, cuando Yazine Kazan entró armado con un machete y gritando frases en árabe.
«Entré en la sacristía y me desvestí. Me quité la ropa de la misa y vi a dos feligresas a las que tenía que dar un recado. Esa premura por hablar con ellas me salvó», afirma el sacerdote a ABC. «Esos cinco segundos de afán de querer ir a verlas me salvaron la vida. Salimos hacia al patio y vio a Diego. Se equivocó. Se creyó que era yo y mató al sacristán», añade el padre Rubén, que asegura que tiene «terror». «No tengo miedo, falta de fe, ni nada. Para todo eso estoy preparado. Es terror de mirar a los lados y sentirme perseguido. Estoy con el susto. Es como un policía en tiempos del terrorismo de ETA. Los curas estamos perseguidos», añade.
En el patio de la parroquia, el cura salió de la sacristía al escuchar ruidos. «Vi el primer machetazo. Se lo dio en la espalda», recuerda, mientras explica que subió corriendo hacia su despacho para llamar a la Policía. «Les dije que había una persona fuera de sí. Me volví y lo vi con la chilaba, el machete, la barba de varios días... Recuerdo aquel primer golpe en la espalda».
Tras alertar a la Policía, el padre encontró a su amigo, ya muerto. «Iba a por mi. Los cinco segundos que tardé en salir de la sacristía me salvaron. Lo vería coger el libro o algo. Se pensó que era yo. El día de la conversión de San Pablo volví a nacer», repite el párroco con la voz entrecortada. La comunidad religiosa de Algeciras sostiene que el sacristán Diego Valencia murió defendiendo su fe. «Es un héroe de la Iglesia Católica. Se enfrenta al atacante y muere por defender lo sagrado, el templo», afirma el padre Rubén, para el que no hay consuelo por la pérdida de su amigo, al que sus allegados no dejan solo, el que lleva el duelo con incredulidad, pero sabiendo que lo ocurrido no es un sueño.
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