A solas con el bolígrafo

Álbum de campaña

No hay foto más fingida que la foto de interior de coche, pero no hay otra foto que resulte más convincente. Jamás nos preguntamos si alguien hay al volante, ni dónde aprendieron los candidatos la cátedra de mirar a cámara sin mirar

ÁLVARO YBARRA ZAVALA

He aquí el momento que nunca falta en el catálogo promocional de todo político: el cromo de viaje, el póster de coche, que es un trasto que rinde mucho si hay que presentarle a la afición una imagen que valga más que mil palabras.

Los ... políticos gustan mucho de atarearse de folios, mientras van y vienen, en el asiento de atrás, pero es un atareamiento para la pose, no para reatar un discurso, cuya faena es taller privado. Esta imagen de hoy es la estampa más pública de la intimidad de un político, que suele visitarnos inevitablemente a bordo de un 4x4 o bien a bordo de un desayuno. Es algo así como la foto de boda del político, pero sin boda. El 4x4, o similar, pudiera estar parado, y daría igual, y el desayuno pudiera estar frío, y daría también igual, porque tanto el coche como el café con leche son dos naturalezas muertas que vienen a preparar el paisaje.

Almeida nos remata la escena con un bolígrafo de baratura, y no con una estilográfica de vitola, y hace bien, porque se trata de parecerse a la verdad, de disimular el disimulo. No hay foto más fingida que la foto de interior de coche, pero no hay otra foto que resulte más convincente. Jamás nos preguntamos si alguien hay al volante, ni dónde aprendieron los candidatos la cátedra de mirar a cámara sin mirar.

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