El despertar del cine argentino

POR F. M. B.De Argentina siempre nos han llegado futbolistas, carne y cine, por lo general de primera clase. Juan José Campanella, director de «El hijo de la novia», es autor quizá de la obra más

POR F. M. B.

De Argentina siempre nos han llegado futbolistas, carne y cine, por lo general de primera clase. Juan José Campanella, director de «El hijo de la novia», es autor quizá de la obra más popular (y no por ello pierde su categoría ... de obra maestra), pero el llamado nuevo cine argentino ya llevaba unos años alertando de la cantidad de talento que no lograban ocultar unos presupuestos casi siempre modestos. Del propio Campanella cabe destacar «El mismo amor, la misma lluvia», «Luna de avellaneda» e incluso la serie «Vientos de agua», que vive una segunda juventud gracias al dvd después de su eutanasia televisiva.

Es imposible establecer un año cero, pero podemos utilizar «Una historia oficial», la única película argentina que ha ganado el Oscar, como punto de partida de este repaso apresurado y nada exhaustivo. Precisamente esta película da pie no sólo para recordar al gran Luis Puenzo («La peste», «Gringo viejo»), sino incluso a su hija Lucía, que esta misma semana estrena «El niño pez» en nuestras pantallas; y a su yerno (más o menos oficial) Sergio Bizzio, cineasta experimental y escritor de gran talento. «Rabia», adaptación de una de sus novelas más celebradas, también será estrenada en breve.

Es sorprendente el número de directores de aquel país que se han hecho un hueco en nuestras carteleras y corazones, sobre todo si tenemos en cuenta que allá se producen muchos menos títulos (es raro que pasen de sesenta al año) que en nuestra débil y a la vez hinchada cinematografía. Con un puñado de actores que siempre han jugado en las dos ligas y que han sido los mejores embajadores posibles (Héctor Alterio, Federico Luppi, Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Leonardo Sbaraglia...) el cine argentino tiene mucho ganado antes incluso de aterrizar en España, con la ventaja añadida de carecer de «cuota de rechazo».

Algunos nombres buenos

Cualquier relación de títulos y autores resultaría aburrida, pero sería imperdonable no citar a Adolfo Aristaráin («Un lugar en el mundo», «Martín (Hache)»), Marcelo Piñeyro («Kamchatka», «Cenizas del paraíso»), Eliseo Subiela («El lado oscuro del corazón»), Eduardo Mignogna («El faro del sur», «Sol de otoño»), Alberto Lechi («Nueces para el amor», «El dedo en la llaga»), Daniel Burman («El abrazo partido»), Fabián Bielinsky («Nueve reinas»), Juan Taratuto («No sos vos, soy yo») y Carlos Sorín («Historias mínimas»).

Tampoco sería justo dejarse fuera títulos como «La noche de los lápices», «La ciénaga», «Mundo grúa», «Garaje Olimpo», «Pizza, birra, faso», «Gatica, el mono», «Sé quién eres», «La nave de los locos» o «Después de la tormenta», pero hay filmes igual de buenos y no están aquí.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios