Sánchez ningunea a sus socios y reta a Feijóo a seis 'cara a cara' que él rechazó en 2019

El Partido Popular (PP), por boca de su portavoz de campaña, Borja Sémper, se apresuró a contestar hablando de las «excentricidades» del jefe del Ejecutivo. «Debatir nunca es una excentricidad, es una obligación, es un deber de todo demócrata», replicó Sánchez poco después, durante su primera rueda de prensa tras las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, en la que compareció en La Moncloa junto a su homólogo sueco, el primer ministro Ulf Kristersson, quien ostenta ahora la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea (UE) que a partir del 1 de julio asumirá España.

Hace apenas cuatro años, durante la campaña de las elecciones generales celebradas el 28 de abril de 2019, y siendo ya presidente, Sánchez no lo consideró un deber ni una obligación, o no tan imperiosa, y rechazó un debate electoral con el entonces líder del PP, Pablo Casado. El último debate de este tipo, de hecho, se produjo entre él mismo, en aquella ocasión como líder de la oposición, y Mariano Rajoy, en la campaña de diciembre de 2015. Fue cuando Sánchez le dijo que «usted no es decente» y el entonces presidente le respondió calificando de «ruin», su comportamiento. En abril del 19 Sánchez trató de reducir a la mínima expresión los debates, celebrados entonces junto a Casado, Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias por parte de Podemos. Una maniobra que logró -sólo se celebró uno- con la inestimable colaboración de la en aquel momento administradora única de Radio Televisión Española (RTVE), Rosa María Mateo, quien se plegó a las exigencias de Moncloa, haciendo una propuesta de debate calcada a la que deseaba Sánchez.

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La célebre presentadora recibió entonces críticas furibundas de PP y CS, pero también del propio Iglesias, quien acusó a Sánchez de «instrumentalizar» RTVE a su servicio. Los profesionales del Ente público también protestaron, e incluso el conductor del debate, Xavier Fortes, manifestó su «absoluto desacuerdo» con Mateo por modificar la fecha del debate, para ubicarlo justo el mismo día que Atresmedia había propuesto otro debate, algo que a su juicio ponía en tela de juicio «la independencia» de la radio televisión pública. Casado y Rivera pidieron entonces debates, el primero de ellos cara a cara. «La política tiene que ser con luz y taquígrafos», afirmó el antecesor de Feijóo, quien recordó que en aquel momento el partido en la oposición tenía «50 escaños más» que el PSOE, dado que Sánchez había llegado al poder mediante la moción de censura de 2018. «Quiero todos los debates que hagan falta, en la pública y en la privada», aseveró Rivera.

Argumentos, los esgrimidos entonces por las formaciones del centro-derecha, muy similares a los que recurre ahora Sánchez. «En un momento decisivo para España, lo que proponemos es más democracia, respeto a la ciudadanía y por tanto mayor información al alcance de los ciudadanos y las ciudadanas», afirmó como preludio en el citado acto sobre los Next Generation, antes de aludir a la proliferación de medios de comunicación actuales y a su «pluralismo», y a la necesidad de que haya en la campaña «debates limpios, equilibrados. No monólogos». Todo ello para concluir lanzando la propuesta de esos seis debates, el primero de los cuáles tendría que celebrarse la semana que viene. «Espero al señor Feijóo el próximo lunes», concluyó su discurso.

Su propuesta no excluye, eventualmente, la celebración de los debates a varias bandas que desde 2015 se han venido repitiendo, ante la histórica fragmentación del arco parlamentario iniciada hace ya casi una década, con la irrupción de Podemos y CS en las elecciones europeas de 2014. E incluso, como el mismo líder del PSOE replicó, la celebración de otros debates de carácter sectorial con segundos espadas de cada partido, en los que comprometió la presencia «de representante del PSOE en la materia». El presidente enumeró los temas que deberían abordarse: «La economía, el cambio climático, la propuesta energética, la política exterior, la política de igualdad de género, las políticas sociales... un amplio elenco que hay que abordar en las siete semanas que quedan hasta las elecciones».

Ante este radical cambio de planteamiento en apenas cuatro años -de un único debate a cuatro y ninguno cara a cara en 2019, a casi una decena de ellos y casi otros tantos más sobre materias específicas de cara al 23J- quedaba por saber qué es lo que lo motivaba, dado que la proliferación de medios de comunicación a la que aludió no es un fenómeno del último lustro. Pero Sánchez ignoró la pregunta, formulada por los periodistas españoles, durante su comparecencia con su colega sueco.

Se limitó a reiterar que debatir es «una necesidad», dado que «lo que está en juego es tan decisivo para España y para Europa, que eso merece estos debates que he planteado antes. Seis debates cara a cara y, evidentemente, el resto de debates que plantearemos y que celebraremos con el resto de formaciones políticas».