Sánchez y su menguante influencia en Europa
Las portadas con el nombre de Begoña Gómez en inglés o francés han sido la primera gran brecha en su reputación
Los socios atenazan a Sánchez entre la presión y el escepticismo
Pedro Sánchez, durante la cumbre europea de Granada del pasado verano
El episodio de los cinco días de retiro que se autoimpuso Pedro Sánchez tuvo como consecuencia que todos los medios internacionales sacasen a relucir el hecho de que su esposa estaba siendo investigada por delitos de corrupción, lo que podría considerarse como el fin ... de la estampa que había cultivado hasta entonces de dirigente sensato y cabal. Antes, durante la atribulada presidencia española, sus verdaderas cualidades se habían visto hasta en el Parlamento Europeo, donde lanzó graves acusaciones contra el portavoz popular, el alemán Manfred Weber, pero las críticas que recibió cayeron en el saco de la confrontación política que es su principal estrategia.
Las portadas con el nombre de Begoña Gómez en francés, inglés o alemán han sido la primera gran brecha en su reputación, algo que ha intentado compensar con otras acciones como el reconocimiento del Estado de Palestina que pretendían reforzar su popularidad como líder de una izquierda global, aunque también le ha granjeado una imagen de aventurero en política internacional, como demuestra que su gesto no haya sido seguido por ningún país verdaderamente relevante en el conflicto de Oriente Próximo.
A pesar de que ha aprovechado sus viajes al extranjero para participar en distintos foros internacionales –por irrelevantes que puedan ser– para mantener una notoriedad en los medios, lo cierto es que el resultado de las elecciones europeas ha sido mucho peor de lo que esperaba: el Partido Popular ha ganado en España y en el resto de Europa, mientras que los socialistas y los representantes de todos sus aliados en España han sufrido una severa derrota. De ejercer la presidencia rotatoria como líder indiscutible de la familia socialista europea, ha pasado a ser superado por sus socios italianos, mientras que su principal apoyo, el canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz, ha sido castigado con una derrota.
No es seguro que su persona de confianza en el Parlamento Europeo, Iratxe García, repita en el cargo de portavoz del grupo socialista y puede que el Partido Popular Europeo (PPE) luche para arrebatarle la presidencia de la estratégica comisión de Libertades que ha ejercido hasta ahora el exministro Juan Fernando López Aguilar, bajo la batuta de la Moncloa.
En el Consejo Europeo son trece los gobiernos del PPE mientras que la lista de los socialistas, solos o en coalición, no pasa de cinco. Tampoco ha logrado –como esperaba– que su amigo Frans Timmermans se convirtiera en jefe del Gobierno de Holanda, y en todo caso, la estrella del Consejo en este momento es la italiana Giorgia Meloni, a la que rehúye como la peste.
A Sánchez le puede quedar el agradecimiento del Gobierno irlandés por su gesto hacia Palestina –que enfadó a Israel–, pero a cambio va a perder definitivamente el apoyo siempre impertérrito de Josep Borrell, que deja el puesto de Alto Representante y que será sustituido por alguien del que solo se sabe que no va a ser socialista.