Sánchez impuso a González como nueva directora de la Guardia Civil entre una terna de mujeres

Cuando Gámez los reunió poco antes de la rueda de prensa y les comunicó su decisión, los cuatro subdirectores decidieron acompañarla, según fuentes directas consultadas por ABC. Hay dos versiones: una apunta a que la sugerencia partió de la propia directora y otra que fue iniciativa de los tenientes generales con los que ha mantenido –y aquí la versión sí es unánime– una estrechísima y leal relación. Al punto que este miércoles en esos despachos desde donde se organiza y controla a 85.000 agentes quedaba un rastro de «mucha tristeza y la sensación de los proyectos inacabados».

«Se ganó un sitio en la Guardia Civil desde el minuto uno, con su trato exquisito y su trabajo incansable. Nosotros habríamos preferido que no tomara esa decisión. Le ha faltado tiempo», explican fuentes del Cuerpo muy cercanas a la ya exdirectora.

La única duda que tuvieron los mandos es con qué uniforme comparecían (lo hicieron con el de calle), lo que evidencia que querían cerrar filas con Gámez en un momento tan complicado y de tanta carga emocional. «¿Alguien que conozca la Guardia Civil puede creer que a estos cuatro tenientes generales se les da la orden de estar ahí? Es ridículo. Han llegado a lo más alto y les queda un año para jubilarse», señalan las mismas fuentes.

El aplauso a Gámez en la cúpula es unánime; hay que insistir en que han sido sus colaboradores más estrechos. «Habrá algún mando resentido, que no se ha sentido recompensado o incluso se haya visto apartado, eso es inevitable, pero quienes han trabajado con ella y la han tratado de cerca no están en ese grupo», explica otro alto cargo del Instituto Armado.

Volviendo a la foto, a algunos no les parece motivo para jalear. «No es la mejor elección para comunicar su salida. Debería haber comparecido ella sola, pues es su decisión y nada aportaban los uniformados detrás», dicen desde AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles).

«Si ella misma dice que se va para proteger a su familia y el motivo es la imputación de su marido, es decir, un tema personal, ¿qué pintan cuatro tenientes generales detrás? Como si no tuviéramos ya suficientes frentes abiertos». Es la opinión de un cargo intermedio que añade que «el uniforme no está para arropar al político».

Si alguien sospechaba que Gámez podía abandonar su cargo eran algunos de quienes la acompañaron en la rueda de prensa. Sabían que si judicialmente se veía comprometido su entorno, ella no esperaría, pero la decisión fue tan precipitada que hubo que buscar un sustituto de urgencia en poco más de dos horas. Hubo tres nombres sobre la mesa y las tres eran mujeres con cargos en la actualidad. De la terna se impuso Mercedes González, delegada del Gobierno en Madrid, la apuesta de Pedro Sánchez, no la primera de Marlaska.

El presidente premia a González y la aparta de paso del conflicto con la candidatura de Reyes Maroto, ministra de Industria Comercio y Turismo, a la alcaldía de Madrid, la misma que en un principio estaba destinada a González, exconcejal del Ayuntamiento de la capital, antes de que Sánchez y el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, cambiasen de opinión.