Sánchez va a la cumbre de Egipto pero ni llama ni piensa visitar Israel

De todos los representantes de países europeos que participarán en la cumbre (Italia, Grecia, Chipre, Francia, Alemania y, fuera de la UE, el Reino Unido y Noruega), Sánchez es el único que no ha tenido contactos directos con Netanyahu. ABC consultó este viernes mismo a La Moncloa si el presidente del Gobierno ha hablado directamente con su homólogo israelí o tiene previsto viajar a Tel Aviv, pero la Secretaría de Estado de Comunicación dio la callada por respuesta. Todos los demás Ejecutivos ya han visitado Tel Aviv con la máxima representación para apoyar a Israel o han mantenido conversaciones telefónicas directas.

Para el líder del PSOE sería en estos momentos muy delicado aparecer en una fotografía junto a una persona a la que los responsables de Podemos quieren denunciar ante el Tribunal Penal Internacional. El peso de los condicionantes políticos de los socios de Sánchez pesa cada vez más en la política exterior española, muy alejada ahora de la práctica tradicional de mantener una política de Estado pactada con el consenso de los grandes partidos.

Al contrario, el dirigente socialista se ha querido implicar en el escenario internacional, pero ha optado por llamar al jeque de Qatar, Tamim Bin Hamad Al Thanique, que es uno de los principales apoyos de Hamás y que ha amenazado con dejar sin gas a Occidente si Israel continúa con su ofensiva en Gaza. Qatar es ahora uno de los suministradores más importantes de gas para España.

Hace diez días, Estados Unidos ya excluyó a España de la primera declaración de los principales países occidentales para condenar el ataque de Hamás y apoyar inequívocamente a Israel, incluso sabiendo que Sánchez ejerce este semestre como presidente de turno de la UE. Ahora utiliza esta posición para ir a la reunión que ha organizado Egipto, que se ha diseñado de alguna manera para compensar el viaje del presidente norteamericano Joe Biden. China estará representada por su enviado especial para la zona, Zhai Jun, y desde Pekín han planteado este encuentro con un marcado sesgo antioccidental, como «una alternativa al fracaso de la diplomacia norteamericana a la hora de conseguir un alto el fuego».

A Egipto acuden otros dirigentes europeos, empezando por el presidente del Consejo, Charles Michel, que va directamente desde Washington, donde ha estado participando en la reunión anual entre Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que sí visitó Israel inmediatamente después del ataque terrorista, no ha sido invitada a pesar de que, según fuentes europeas, había intentado participar en el encuentro.

También estará en Egipto el Alto Representante para la Política Exterior europea, Josep Borrell, que ha mantenido posiciones muy medidas y bastante equidistantes entre Israel y Hamás, en la línea de lo que defienden algunos países europeos. Los argumentos de Borrell, que según fuentes diplomáticas están condicionados por las esperanzas de lograr algún día un acuerdo con Irán en su pulso con Estados Unidos, están sirviendo de argumento principal para el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel Albares, y para el propio Sánchez.

Los demás jefes de Gobierno europeos que van a Egipto son abiertamente pronorteamericanos, empezando por la italiana Giorgia Meloni. Francia y Alemania han enviado a sus ministros de Exteriores. El presidente francés no ha visitado Israel y no estuvo muy de acuerdo con que lo hiciera Von der Leyen, pero el canciller Olaf Scholz sí que se ha reunido con Netanyahu para escenificar su apoyo incondicional a Israel, incluyendo en el campo militar.

La subordinación de la política exterior de España a los intereses políticos de Pedro Sánchez se ha plasmado también en el caso de Venezuela, donde tanto Estados Unidos como la UE -en menor medida- han logrado acuerdos con la dictadura para levantar algunas sanciones provisionalmente a cambio de que el régimen de Maduro libere a presos políticos y a norteamericanos detenidos de forma arbitraria y se comprometa a celebrar elecciones presidenciales el año que viene.

A pesar de los innegables vínculos de España con este país latinoamericano, la diplomacia española ha estado ausente en este proceso, lo que tal vez puede tener algo que ver con los vínculos que mantienen Podemos y gran parte de los partidos de izquierda que apoyan al PSOE con la dictadura bolivariana.