Sánchez altera la agenda de la cumbre UE-Iberoamérica por un mitin en Huesca

El presidente se desplazó en un avión privado del que dispone la Comisión Europea

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Pedro Sánchez en su llegada a la cumbre entre la Unión Europea y la Celac efe

Ser presidente del Gobierno permite cosas que no están a la altura de todos los mortales. Por ejemplo excusarse de asistir a una cena en Bruselas porque uno tiene otro compromiso esa misma noche en Huesca, dos ciudades separadas por más de 1.000 ... kilómetros. Es lo que hizo ayer Pedro Sánchez, plantando a la cena de gala de la cumbre entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), a la que asiste además en condición de presidente de turno de la UE.

Que esa cumbre coincidiría con la campaña electoral se sabía desde hace tiempo, como también ocurrió la semana pasada con la de la OTAN en Vilna (Lituania) y el plan inicial era que Sánchez hiciera otro parón en su campaña. Pero a última hora del domingo los estrategas de Moncloa y Ferraz pegaron un volantazo a la ruta de la caravana presidencial, que anoche estuvo en la capital oscense, aunque llegó tarde. Y obligó por ello a sus 'teloneras', la ministra Pilar Alegría, candidata por Zaragoza, y a la cabeza de lista local, Begoña Nasarre, a extenderse en sus discursos. Ésta última, incluso, se permitió decir con pretendido sarcasmo que «los medios de la derecha se han encargado de decir que se perdía una cena de gala. Perdona... en Huesca fijaos qué gala tiene aquí para recibirlo».

Sánchez, que hoy ya está de vuelta en Bruselas, llegó casi una hora tarde mientras los gritos de «presidente, presidente» de los simpatizantes iban interrumpiendo a Alegría. El equipo de campaña decidió cortar abruptamente su discurso con la música habitual de entrada del mitin. Alegría cedió disciplinadamente el atril y Sánchez, como si tal cosa y sin ni siquiera excusarse por la demora, comenzó su mitin.

Sorpresa en el Consejo

La ausencia de Sánchez pilló por sorpresa a los responsables del Consejo Europeo, que insisten en que el papel de quien ejerce la presidencia semestral es «primordial y clave en todos los sentidos». Más aún en este caso al tratarse del representante de un país como España, que tiene unas relaciones mucho más intensas con los invitados americanos. Sin embargo, al mismo tiempo han intentado rodear de «normalidad» este gesto que en realidad y para muchos de los participantes sería, en palabras de un veterano conocedor de estas cumbres, «como si tu invitas a una fiesta de disfraces en tu casa y cuando han llegado todos dices que te tienes que ir a tomar unas copas con otros amigos».

Pese a todo, oficialmente los portavoces del Consejo Europeo explicaron que, «mientras Sánchez esté ausente, el presidente Charles Michel o la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, siguen trabajando en la cumbre».

Sánchez voló en un avión privado de la compañía belga Luxaviation para no infringir la ley usando medios del Estado para fines partidistas y después de haber recibido una reprimenda por parte de la Junta Electoral Central por hacer campaña desde las instalaciones que utiliza la representación española en la sede del Consejo Europeo. Es el avión que utiliza excepcionalmente la presidenta de la Comisión para viajes oficiales.

Sánchez ha definido desde hace tiempo la cumbre como un «elemento esencial» del semestre español, que le obligará a comparecer hoy en rueda de prensa junto a los presidentes de las instituciones europeas y el presidente de turno de la Celac, el primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph Gonsalves. Antes de partir hacia Huesca, Sánchez formó junto a Michel y Von der Leyen para el besamanos, donde fue muy cariñoso con los dirigentes a los que ya conoce, como los presidentes de Chile o Colombia, y fue especialmente cordial con la vicepresidenta de la dictadura venezolana, Cilia Flores, que está sancionada por la UE, a la que quiso saludar con un beso, en contraste con la frialdad de los demás dirigentes europeos, incluidos Michel y Von Der Leyen, que la saludaron previamente sin mayor aprecio que un apretón de manos.

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