Todo irá bien
Puigdemont y Argentina
Es imposible no reír de lo que el independentismo catalán tiene de inane, de fatuo, de vacío por dentro
«Ved esta película tan impresionante, y entenderéis uno de los problemas estructurales de la dicha democracia ejemplar española. Nunca ha limpiado, ni ha tenido la voluntad de hacerlo». Es un tuit de Carles Puigdemont en relación a «Argentina, 1985», sobre el juicio a la ... Junta Militar.
La democracia española limpió, y mucho más, que el juicio a la Junta, porque la Transición enjuagó el resentimiento, el odio, la funesta división entre vencidos y vencedores; los hijos de los dos bandos perdonaron los crímenes de sus abuelos, y un país construido sobre la élite del amor -su parte más profunda y divina, que es el perdón, y la generosidad que exige- es un país que merece toda la suerte que ha tenido España desde 1975 hasta hoy.
Es verdad que por el camino ha habido inconvenientes, como el de Carles Puigdemont. Pero ha sido un inconveniente tan cobarde, y tan menor, que ni nos hemos tenido que molestar en crear una Junta Militar para lanzarlo desde un avión, y luego el engorro de tener que juzgar si realmente pasó.
Puigdemont abandonando a los suyos, y los suyos pagándose de su bolsillo el billete de AVE para ir a Madrid a entregarse a la Justicia, son la versión cómica de películas como «Argentina, 1985» o «Eichmann», y es imposible no reír de lo que el independentismo catalán tiene de inane, de fatuo, de vacío por dentro, de mentiroso ya no en sus argumentos, o supuestos agravios, sino en las promesas de charlatán de feria que los supuestos líderes hicieron a sus partidarios.
Además, los paralelismos entre «Argentina, 1985» y España son peligrosos para el marco mental de Puigdemont: tanto si se refiere a la Transición como a su caso personal -porque por mucho que trate de negarlo, Puigdemont es hoy ya sólo un caso personal envuelto de miles pero no de cientos de miles de fanáticos- supone admitir que en el otro lado había terroristas, algo que nadie niega en Argentina. Otra cosa es cómo se les combatió, pero nadie niega la actividad criminal de los montoneros.
El problema de Puigdemont, y de tantos como él en España, es que todavía no han entendido que si bien una guerra y sobre todo civil nunca es deseable, desde luego en España no la ganó el peor bando posible, y que nos habría ido mucho peor de haber caído bajo la influencia del Pacto de Varsovia.