Uno de los protagonistas de la aplicación del 155: «Es como si se nos mearan en la oreja»

«Para la gente que estuvimos allí, es como si se nos mearan en la oreja» dice indignado uno de los principales protagonistas de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. «Es una tomadura de pelo», afirma otro, «una ... burla a los que nos jugamos la vida por defender la democracia y la libertad». La decisión de eliminar el delito de sedición ha indignado a estos trabajadores públicos tanto como la entrevista que el presidente del Gobierno concedió la noche del jueves en La Sexta y en la que reprochó al entonces presidente Rajoy no haber intervenido antes. «Sánchez es un caradura», afirma uno de ellos, «y por su culpa no pudimos cerrar TV3 ni aplicar un 155 más duradero que desmantelara de verdad la trama independentista asentada en las instituciones catalanas».

«En aquellos días coincidí con Sánchez en el hotel Gran Marina de Barcelona, tomamos un café y me felicitó por lo bien que lo estábamos haciendo» explica uno de los más destacados representantes del Estado enviados a Cataluña en 2017. «Hoy me siento engañado por esta innecesaria cesión política, por este mercadeo vergonzoso».

Desánimo y estafa son los dos principales sentimientos de los que entre noviembre de 2017 y febrero de 2018 tuvieron el encargo de implementar la decisión más dura que en 42 años había tomado la recuperada democracia española. Lo que fue disgusto con la tibieza del PSOE y el PSC, por su exigencia de pactar un 155 lo más suave y breve, se ha vuelto ira con la extinción del delito de sedición «porque nos sentimos humillados, como si se escupiera sobre lo que hicimos, que fue muy difícil, y arregló muchos problemas».

A diferencia de los indultos parciales a los condenados por el Tribunal Supremo, que es cierto que relajaron la tensión política en Cataluña, la abolición del delito de sedición llega en un momento en el que no sólo no hay nada que desinflamar sino que el independentismo se entretiene perfectamente solo, destruyéndose a sí mismo con sanguinarias guerras fratricidas. Sánchez no puede apelar ni a la reconciliación ni a la concordia, que hacían ya su curso natural en Cataluña, sin la necesidad de ninguna ayuda; ni puede negar que su decisión tenga otra motivación que la de plegarse a una de las demandas que Esquerra consideraba imprescindibles para apoyar los Presupuestos.

«Cuando lo vuelvan a intentar, porque eliminando la sedición se lo estamos poniendo a huevo, que no cuenten con nosotros para que nos juguemos la vida y que luego se vengan a reír a nuestra cara». Preguntado por las consecuencias reales que esta abolición puede tener, el destacado representante del Estado asegura que «no sólo lo volverán a hacer sino que la próxima vez no les pasará nada», y recalca que su mayor desolación es «moral» e interpreta el canje de Sánchez con ERC como «un desprecio del Gobierno por los que tanto hemos trabajado para mantener la justicia y la libertad en España».

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