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Todo irá bien

La Cataluña podrida

Trapero y los suyos encontraron en el comisario Estela a un tonto útil para continuar medrando

Josep Lluis Trapero De San Bernardo
Salvador Sostres

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La más absoluta degradación de la vida pública catalana desde que Lluís Companys armó a los suyos para el golpe de Estado de 1934, empezó con la ceremonia de nombramiento que el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, le organizó al mayor Trapero, ... con todos los consejeros presentes. Fue una ceremonia de evidente trasfondo ideológico, que decantaba la imprescindible neutralidad de la Policía, y por supuesto impropia de un funcionario que toma posesión de su plaza. La obscenidad cristalizó en casa de Pilar Rahola, dos meses antes del golpe al Estado de 2017, con Trapero en camisa hawaiana y gorro de paja, tocando la guitarra para amenizar la sobremesa de los principales líderes y vedettes del proceso independentista. A aquel ambiente de encumbramiento y de complicidad, el mayor asistió con el debido tacticismo, por salvar el pellejo si ganaban los otros, como así acabó siendo. Pero su vanidad desmesurada le hizo olvidar que era un funcionario. Nada menos, pero nada más. Y que el poder político, elegido por el Parlamento y por los ciudadanos, es quien manda sobre los Mossos como sobre los demás funcionarios.

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