La receta de los partidos ante una hipotética repetición electoral: huir del bloqueo para evitar el descalabro
Tanto en 2016 como en 2019, los electores castigaron a las fuerzas que no facilitaron la gobernabilidad
Andalucía, el pacto del PP y Vox que inspira la 'Operación Feijóo'
Un grupo de electores votan durante los comicios de 2015
Es tiempo de llamadas, reuniones discretas y acuerdos. De conversaciones de teléfono y estrategias. Como si se tratara de un tablero de ajedrez gigante en el que el PP y el PSOE trazan sus movimientos con cuidado de no equivocarse. Porque está en juego ... la investidura de Alberto Núñez Feijóo o Pedro Sánchez, pero ambos miran más allá. Sin apoyos claros para alcanzar la mayoría en el Congreso, los dos grandes partidos maniobran para lograr esa investidura, pero también ponen un ojo en lo que puede venir. Una repetición electoral que nadie descarta a estas alturas y que podría ser la tercera de la democracia, después de las ocurridas en 2016 y en 2019.
Quedan todavía semanas por delante para evitar esa situación, pero en ambos partidos ya se trabaja en ese sentido. Se mira hacia atrás, al pasado, para saber qué ocurrió y la decisión entonces de los españoles fija una tendencia que está marcada a fuego en las agendas de Génova y Ferraz: huir del bloqueo para evitar el descalabro.
El 15M trajo consigo muchas cosas, pero una de las más importantes fue el fin del bipartidismo. Cuatro años después de la revolución social que acampó en Sol, el Parlamento multiplicó sus colores, obligando a las fuerzas políticas a un ejercicio de diálogo desconocido hasta ese momento en España. Si en 2011, el 73 por ciento de los votos se los habían repartido PPy PSOE, cuatro años después apenas llegaban al 50. Lejos de la mayoría, con solo 123 diputados, Rajoy tomó entonces una decisión arriesgada e inédita en la democracia. Le comunicó al Rey –a un Felipe VI recién llegado al trono– que no iría a la investidura. Que no le propusiera. «Para esto no me habían dejado apuntes», ironizó el Monarca. El reto sí lo asumió Pedro Sánchez, recién llegado a la secretaría general del PSOE, aunque fracasó estrepitosamente. A los 90 diputados que habían logrado los socialistas en las elecciones de 2015, Sánchez solo logró sumar los 40 de Ciudadanos y uno de Coalición Canaria. Investidura fallida que desembocó en una repetición electoral, la primera de la democracia.
En junio de 2016, con una bajada notable de la participación –uno de los denominadores comunes de esta reiteración de comicios en tan poco tiempo–, el PSOE y Ciudadanos se desplomaron, perdiendo 13 escaños entre los dos y alrededor de medio millón de votos. Casi los mismos que ganó el Partido Popular, que se fue hasta los 137 diputados y logró alcanzar La Moncloa con un gobierno en minoría, al que contribuyó la abstención de la mayoría de los diputados del PSOE. Ese apoyo encubierto a la investidura de Rajoy provocó la dimisión de Pedro Sánchez. El actual presidente en funciones ya mostraba entonces su aversión total a los populares.
El panorama electoral de 2015 se reprodujo cuatro años después y también lo hizo el castigo de los electores a los partidos que habían bloqueado la situación durante meses. Sánchez, que había renacido de sus cenizas, era por entonces el presidente del Gobierno tras una reconquista exprés del mando en el PSOE y una moción de censura que había desalojado a Rajoy de La Moncloa meses antes.
Los ciudadanos le dieron la victoria en las generales a los socialistas (123 escaños), que no fueron capaces de llegar a un acuerdo con Podemos (43) –que ya había dejado de soñar con el 'sorpasso' al PSOE– ni con Ciudadanos (57). Albert Rivera se negó a pactar con «este PSOE» liderado por Sánchez. Portazo que significaría su defunción política meses después. La repetición electoral –con la participación más baja de la democracia (66,23 por ciento)– castigó a estos tres partidos, pero sobre todo a la formación naranja, que se desplomó hasta los 10 escaños tras dejarse 2,5 millones de votos. El PSOE perdió casi 700.000 sufragios y tres diputados, aunque se las apañó para investir a Pedro Sánchez con el bautizado como 'Pacto del abrazo' con Pablo Iglesias. Gobierno en minoría que tuvo que apoyarse durante la legislatura en Bildu y los separatistas para sacar adelante la mayoría de las leyes. «Con Rivera, no», acuñaron desde Ferraz, ante el declive del liberal.
Por eso, mirando atrás, tanto PP como PSOEandan estos días diseñando su estrategia de cara a la investidura con mimo desmedido. Tienen claro que el bloqueo se castiga y en ese sentido están jugando sus cartas. Feijóo ya cuenta con el sí de Vox y de UPN y trabaja para conseguir el de Coalición Canaria, lo que le llevaría ante el Rey con hasta 172 escaños. Cifra notable, pero insuficiente. Enfrente, el PSOE todavía no ha movido ficha, centrado en las negociaciones de la Mesa del Congreso que se constituirá este jueves, pero cuando lo haga tendrá que ponerse de acuerdo con todos los demás partidos –incluidos los separatistas catalanes de Junts– para garantizar la investidura de Sánchez. Un ejercicio de riesgo de cara a una hipotética repetición electoral que asusta al bipartidismo.