Un Quijote rodeado de banderas y un grito agónico: «¡Páralo en el Senado!»

Los miles de manifestantes congregados contra la amnistía en Madrid exponen la necesidad de buscar soluciones imaginativas para frenar la ley

70.000 españoles claman contra una amnistía sin límites: «Decir a los policías que no han sufrido terrorismo es indigno»

Feijóo se toma un selfi con los barones autonómicos con la estatua de Cervantes al fondo Tania Sieira

Una estatua de don Quijote y Sancho Panza ocupa el centro de la Plaza España de Madrid. Actores principales de la obra más universal de la literatura nacional, ambos lucían este domingo rodeados de banderas nacionales y europeas. Protagonistas involuntarios de la concentración de protesta ... contra la amnistía convocada por el PP. Allí, convidados de piedra, se fundían con los miles de ciudadanos presentes y, al igual que ellos, parecían comentaristas de la actualidad. «Amigo Sancho, el gobernar no es cosa fácil, sino un mar profundo de confusiones». Una de las frases brillantes que forman la obra maestra de Cervantes y que venía este domingo al pelo. Ideas que no pasan de moda a pesar de los siglos.

A solo unos metros, en un escenario mínimo pero suficiente, Feijóo lanzaba sus proclamas contra la ley que se aprobará este martes en el Congreso. Arropado por casi todos los barones autonómicos del PP, el gallego se explayó contra la amnistía apelando a todos los estamentos de la sociedad. Guiño para los más mayores –«no dejéis que destruyan lo que hicísteis juntos en el 78»–, que eran mayoría en la plaza, y también para los jóvenes, a los que el mensaje les llegaría por redes sociales, porque haber, había pocos.

Lo que sí había era pancartas. Muchas y de todo tipo. Desde la que pedía una «España fuerte ante un Gobierno débil» a la que llamaba «traidor» a Sánchez. Un clásico en el que esta vez se colaron nuevas proclamas. Sobre todo, las que hacían referencia a la última concesión del PSOE a los independentistas. «No se amnistía a terroristas», decía uno de los carteles, cuya versión en inglés se coló en la trasera de la cámara que enfocaba los discursos. Un mensaje para el mundo.

Mezcladas con esas banderas de Europa y de España lucían también las de las diferentes comunidades autónomas. Porque aunque la mayoría de los presentes residían en Madrid, también había ciudadanos llegados de otras partes del país. A alguno se le notaban las ojeras por el madrugón y otros mostraban el cansacio de un largo viaje, pero todos lo hacían felices por estar apoyando la causa. «Es necesario que estemos aquí. Que Sánchez sepa que lo que está haciendo no es lo que queremos la mayoría», reconocía Alicia, llegada desde Barcelona.

Justo enfrente de Feijóo, sostenida por dos mástiles de larga alcance, una bandera de España con las siglas de Vox servía para mostrar el apoyo de algunos simpatizantes de esa formación presentes en la plaza a pesar de que Abascal, su líder, había señalado el sábado que ellos no iban a apoyar el acto. Insumisión que muestra que la unidad es el camino contra la amnistía, que tras ser aprobada el martes en el Congreso pasará al Senado.

En la Cámara Alta, con mayoría del PP, afrontará otro examen y la calle lo sabe. Por eso, algunos no dejaban de repetir a Feijóo que fuera valiente. «¡Échale huevos!¡Páralo en el Senado!». Un deseo difícil de cumplir. Como aquel de don Quijote de rendir a los gigantes.

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