El profesor Tamames abronca al Gobierno por inclinar el país hacia «las dos Españas del 36»

«Pensaba que íbamos a tener más puntos de coincidencia que de controversia elevada a sesión mitinera. Esto no es una sesión parlamentaria, es un preparatorio a las elecciones del 28-M», se ha quejado el candidato a presidir el Gobierno, visiblemente molesto por el desarrollo del debate, al menos en sus formas.

En apenas veinticinco minutos, haciendo gala de la brevedad que le exigió a Pedro Sánchez este martes desde su escaño, ha contestado a todos los grupos parlamentarios de forma acumulada. Pocos son los que se han salvado de algún dardo del exdiputado, histórico dirigente del Partido Comunista de España (PCE), quien ha insistido hasta el hartazgo: «No me esperaba un mitin como este en la patria de la soberanía nacional».

A la defensiva, con desparpajo, Tamames ha repelido las acusaciones de que se ha presentado a la moción de censura sin un programa de gobierno y ha reiterado una pregunta que la víspera ya quedó en el tintero: «¿Pero qué han dicho ustedes sobre Marruecos?». El candidato ha reprochado al jefe del Ejecutivo que no haya explicado los motivos de su histórico cambio de posición respecto al Sahara Occidental, al abandonar la reivindicación de un referéndum de autodeterminación para abrazar la propuesta marroquí de autonomía.

Pero este miércoles, el grueso de su intervención no iba dirigido a responder a Sánchez, con quien ya tuvo este martes un largo cara a cara, sino a los grupos. Y de ellos, a Tamames le ha disgustado la «situación preocupante», según él, en la que dejan al Parlamento con sus intervenciones. Ni siquiera la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, se ha librado de una crítica cargada de ironía del candidato: «Me esperaba un infarto. Por razones de sanidad, usted no debería permitir a nadie dirigirse así a un candidato».

A sus 89 años, interviniendo de nuevo desde su escaño, sentado, Tamames se ha sacudido también las acusaciones de machismo desde algunos partidos, como Unidas Podemos, a los que ha echado en cara que utilicen, según él, «a las mujeres como moneda de cambio». «Ustedes son los más listos, los más buenos, los mejores. Para mujeres tenemos una, Isabel la Católica, que en el siglo XVI tenía más poder que un hombre que era rey», ha repuesto, y ha apostillado que pese a la «ola feminista», ahora hay «más violaciones».

A PSOE y a Unidas Podemos les ha diagnosticado «el síndrome de La Moncloa», porque solo eso explica, según el profesor Tamames, que piensen que lo están haciendo todo «muy bien». Hasta ahí el rapapolvo inicial a los partidos del Gobierno —después le ha tocado a Patxi López—, que ha dado paso al posicionamiento hacia el resto, incluido algún lapsus, como llamar «Compromiso Canario» a Coalición Canaria. De la intervención de la canaria Ana Oramas y también de la CUP —formación independentista radical— ha destacado «cuestiones de interés».

«Por razones obvias», ha afirmado, no puede coincidir con la portavoz de Bildu en la Cámara Baja, Mertxe Aizpurua, Tampoco con el PNV ni con el BNG. Al nacionalista Aitor Esteban, su «vecino de escaño» estos dos días, le ha preguntado «de qué se quejan los vascos», según él beneficiados por el convenio con el Estado. «El día que se transfiera el fondo único de la seguridad social, estamos vencidos», ha alertado Tamames, provocando la respuesta de Esteban, quien le ha recordado que esa transferencia está contemplada en el Estatuto de Guernica y, por tanto, aprobado en Cortes.

A Joan Baldoví, de Compromís, le ha avisado: «No por hablar alto se tiene más razón, porque a veces se llega al grito. El grito estaba bien para la independencia de Cuba, pero esto no es una casa para dar gritos, es una casa para hablar, es el Parlamento». Una crítica que contrasta con las «interesantes» aportaciones desde Navarra de Carlos García Adanero, ex de UPN y ahora candidato a la Alcaldía de Pamplona con el PP.

Las opiniones de Ferran Bel, del PDECat, fueron, según el profesor, «controvertibles». A Íñigo Errejón, a cuyo padre conoce Tamames, lo escuchó «con atención». «Pensaba que había entrado en una fase de cierta racionalidad», ha aseverado, dirigiéndose al líder de Más País. También se ha desquitado Tamames con Míriam Nogueras y «sus cosas de Junts per Catalunya». «Cataluña, como decía Pau Gasol, es un pedazo de España. Tiene un futuro, pero no es Waterloo. Fue una derrota para Napoleón, como va a ser una derrota para quien habita ese palacio bruselense», ha señalado Tamames, en alusión implícita al prófugo Carles Puigdemont.

En su respuesta a Inés Arrimadas, de Ciudadanos, a quien le ha reconocido «una exposición interesante», ha contado que conoció personalmente al primer presidente del partido, Albert Rivera, y que la formación liberal «fue un intento importante que se malogró». «Veré con cierto interés si se mantiene o no». Acto seguido ha dado respuesta al portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, quien le reprochó el pasado de algunos diputados de Vox en disciplinas como la ultraderechista Fuerza Nueva. «Hay un proceso de mejora en la vida que no se puede negar a nadie», le ha contestado Tamames.

A la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, quien ha evitado la confrontación con Tamames, le ha agradecido «sus palabras personales de afecto». Y después, con sentido del humor, se ha dirigido al socialista López. Primero le ha dicho que «se excita demasiado» y después le ha pedido un favor: «No me ponga en el brete de tener que acompañarle con una cápsula para evitar el infarto».

Así ha despachado Tamames a los grupos —tras su réplica de diez minutos, el candidato ha declinado volver a intervenir—, pero todavía ha tenido tiempo, en sus veinticinco minutos, para agradecimientos a diestra y siniestra, especialmente a Vox, Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, y para reivindicar la moción de censura debatida durante los dos últimos días: «No hemos perdido el tiempo».

Como última crítica, Tamames ha sentenciado que el franquismo debería ser «el último reducto de los políticos de hoy» y que la historia, en un cuestionamiento de la Ley de Memoria Democrática, «hay que hacerla desde la propia historia» y no desde el Boletín Oficial del Estado (BOE). «Ahora ser antifranquista no tiene ningún mérito. A moro muerto, gran lanzada. Estamos en una situación de volver a las rutinas del año 36».

En su conclusión ha censurado que se llame a Vox «fascista» y ha propuesto calificativos como «neoconservadores» o «elitistas». A Sánchez, a quien sí ha contestado tras su última intervención, le ha preguntado precisamente quién reparte las etiquetas de «fascistas o demócratas», le ha dicho que eso no debería ser función del Ejecutivo y le ha instado a reducir «sus dosis de personalismo». También se ha hecho una pregunta Tamames, en defensa de la actual forma del Estado: «¿Sin monarquía parlamentaria sería factible una España democrática? La respuesta, en la duda».