Pedro Sánchez, 'diprisión'
«Se vieron menos cruces de Borgoña y el resto de símbolos más habituales del público 'voximano', que esta vez parece que no se presentó»
Ayuso: Sánchez lleva a España a un desguace de consecuencias bíblicas
A Pedro Sánchez, unos le pedían la dimisión y otros que entrara en el talego, de forma que en la manifestación de la Plaza de España que organizó el PP contra el Gobierno, unos gritaban «dimisión» y, otros, «a prisión», y mezclados sonaban, curiosamente: « ... Pedro Sánchez, 'diprisión'», una nueva consigna accidental. La derecha española nunca le había cogido el punto de las manifestaciones y tomaba el aperitivo mientras la izquierda salía a la calle por cualquier cosa. Esto parece que ha cambiado, ahora que la izquierda -que se tiró a la calle porque iban a sacrificar un perro-, no se manifiesta así fusilen niños en Moncloa.
La derecha le está cogiendo el tranquillo de las manis y enarbolan de mil maneras sus banderas de España porque se supone que Sánchez está contra España. Una bandera de España resulta un lema suficientemente claro para expresar lo que reclaman. Una bandera de España como signo antagónico de Sánchez se entiende perfectamente. Se vieron menos cruces de Borgoña y el resto de símbolos más habituales del público 'voximano', que esta vez parece que no se presentó, pues tendría otra cosa que hacer. En realidad, a 8 de junio, medio Madrid se ha ido a la playa o a otro sitio y había feria del libro, una carrera en Madrid Río y junto al Thyssen confundimos con la manifestación del partido Popular a unos tipos que meneaban globos azules, pero resultó ser una suerte de 'perrotón': un maratón con perro. O eso nos pareció.
La hazaña consistía en llegar a la Plaza de España, que es el peor sitio para manifestarse de todo Madrid porque no llega uno si no tiene un helicóptero. Habían cortado a la altura del paseo del Prado, así que los manifestantes iban para allá en una gran migración, calurosa, multitudinaria y serenguética, y unos con una pancarta de Molina de Segura llegaron una hora tarde. Desde la mitad de Princesa, que es hasta donde uno pudo acercarse, Feijoo era un murmullo y la gente escuchaba el discurso en corrillos alrededor de las radios de los teléfonos, atentos y graves, históricos como si fuera a aparecer un locutor a legalizar el PC. Se alborotaron con Ayuso cuando dijo que en Venezuela también hay urnas, pero no democracia, y a los riders de Caracas les ardía el tubo de escape de la motillo, más caliente que lo de Ábalos.
Decíamos de las banderas españolas que comenzaron siendo un signo aislado y ahora las lleva todo el mundo. Antes las portaban en la mano o se las anudaban al cuello como superhéroes constitucionalistas pero, ahora, se las ingenian para enarbolarlas con mil apaños. Les meten palos, cañas de bambú y tutores de los que guían las tomateras, pero sobre todo, llevan palos de fregona de un conocido supermercado valenciano que parecen fabricados ad-hoc y hacen la función perfectamente.
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