«Las maté porque no aguantaba más y no iban a aguantar sin mí»

«Maté a mi mujer y a mi hija». Faustino Méndez ha confesado con una gran frialdad el doble crimen que cometió el 10 de marzo de 2020 en el chalé de la localidad vizcaína de Abanto donde vivía con su mujer, de 56 años, y su hija, de 25. La fiscalía y la acusación particular piden para él penas que alcanzan los 50 años de cárcel, por sendos delitos de asesinato con alevosía y agravante de parentesco y género. La defensa argumenta, sin embargo, que se trató de un doble homicidio y pide rebajar la pena a ocho años para cada uno de los crímenes.

En su relato, el acusado se ha escudado en los problemas económicos que atravesaba para justificar el doble crimen. Ha explicado que cuando la inmobiliaria que regentaba empezó a acumular problemas y se vio arruinado, no pudo soportar la situación. Ha asegurado que llevaba tiempo pensando en suicidarse, pero que antes mató a su mujer y a su hija porque «no aguantaba más y no iban a aguantar sin mí». «Las quería tanto que no las veía preparadas», ha añadido.

Según su relato, el día de los asesinatos llegó a casa sobre las tres de la tarde después de haber ingerido una gran cantidad de vino. Cuando llegó a la vivienda se encontró a su mujer dormida en el sofá y fue en ese momento cuando se le ocurrió coger una maza que había en la cocina. Golpeó entonces dos veces en la cabeza a la mujer de 56 años. «Me dio miedo dejarla paralítica y por eso decidió coger un cuchillo y cortarle el cuello», ha añadido.

Después, el acusado subió al piso de arriba de la vivienda y entró al dormitorio de su hija, de 25 años. Según la versión del encausado, éste le convención para «fingir un secuestro» como salida a los problemas económicos que atravesaba. Ha explicado que la joven accedió y que fue con ese propósito con el que le colocó bridas tanto en los pies como en las muñecas. Una vez inmovilizada le golpeó con la maza que había dejado en el pasillo oculta y finalmente le cortó el cuello. Ha dicho no saber exactamente qué le llevó a matarlas «de esa forma» y ha explicado que se le «ocurrió» porque llevaba semanas pensando en suicidarse.

El crimen conmocionó a todo el municipio vizcaíno de Abanto. Aquel día de marzo de 2020, Faustino llegó al chalé donde vivía con su familia después de haber ingerido grandes cantidades de alcohol. Acabó con la vida de las dos mujeres y después se dio a la fuga. No fue hasta un día después cuando la policía recibió el aviso que alertaba de la aparición de los dos cadáveres. Inmediatamente puso en marcha un dispositivo para tratar de localizar al marido y padre de las víctimas, como presunto autor del crimen. Pasaron varias horas hasta que lo localizó en unos trasteros de la localidad cercana de Portugalete. En encontraron semiinconsciente tras haber ingerido una gran cantidad de pastillas.

A su llegada al juicio, Joseba Estrade, abogado de la familia de las víctimas, ha insistido en la situación de «total indefensión» en que estaban las dos mujeres frente a su asesino. «Las mató sin ningún tipo de escrúpulo», ha dicho a los medios allí presentes. Ana Hernando, abogada de la asociación Clara Campoamor ha añadido que en este caso no hay duda de que el asesinato se produjo con «alevosía» y ante el convencimiento de que las dos víctimas eran «seres inferiores». La fiscalía también entiende que se trata de dos asesinatos con alevosía y aplica los agravantes de parentesco y violencia de género, por lo que pide 25 años de cárcel por cada uno de los crímenes.

El abogado de la defensa, por su parte, ha insistido en que no hay pruebas que acrediten una situación de violencia en el lugar de los hechos. Cree, además, que deberían aplicarse los atenuantes de enajenación mental y embriaguez. Pide, por todo ello, que la acusación se limite a dos casos de homicidio, y pide que se rebaje la condena a ocho años de cárcel para cada uno de ellos.