El efecto mariposa de las elecciones vascas: las consecuencias de los posibles pactos para la legislatura de Pedro Sánchez

Ya el pasado martes, el candidato de EH Bildu a lendakari, Pello Otxandiano, avanzó durante el debate oficial a siete celebrado en la televisión pública vasca que si gana las elecciones, llamará al Partido Nacionalista Vasco (PNV), al Partido Socialista de Euskadi (PSE) y a Sumar. El peneuveista Imanol Pradales también se mostró abierto a hablar con todas las fuerzas políticas «sin excepciones». Ahora bien, los de Otegi no son el socio preferente: se enfrentan a la asignatura pendiente sobre la memoria y la ética.

Por su parte, los socialistas serán clave tanto para los jetzales como para los abertzales. Aunque los números no permitan a Eneko Andueza liderar un gobierno en el País Vasco, sí tendrá en su mano decantar el Ejecutivo vasco hacia un lado u otro. Durante toda la campaña del 21A, no obstante, el líder del PSE ha insistido en que no pactará con Bildu, poniendo encima de la mesa la posibilidad de reeditar un acuerdo con el PNV. Y luego está el Partido Popular (PP). Su candidato, Javier de Andrés, tiene claro que no pactará en ningún caso con los nacionalistas radicales.

El PNV ve «prácticamente imposible» y «muy difícil» un pacto con EH Bildu. Por ello, se centra en los socialistas, socios habituales, para mantener el bastón de mando del Gobierno vasco, reeditando la coalición que tiene con el PSE desde hace dos legislaturas en la región. Este escenario sería el más previsible dado que los peneuveistas han sido conscientes desde un inicio de que la mayoría absoluta no estaba a su alcance y de que han estado a punto de perder su posición como lista más votada por primera vez con los de Otegi a punto de lograr un sorpasso. Finalmente, los jetzales han superado en votos a los abertzales pero no en escaños; han empatado a 27.

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Para Bildu esta alianza «no condiciona lo que vaya a suceder en el Estado» porque ellos sólo «tratan de responder al mandato popular que sale de las urnas». El candidato Otxandiano explicó a comienzos de la campaña que lo que ocurra tras estos comicios en la región no tiene por qué afectar a sus acuerdos actuales con el PSOE en el Congreso.

La coalición soberanista, dijo Otxandiano, es «muy previsible en lo que hace». «Decimos lo que hacemos y hacemos lo que decimos» y por tanto, «la gente sabe lo que EH Bidu va a hacer y tienen absolita seguridad de que vamos a cumplir porque somos gente fiable». No como otros, señaló Otxandiano, que «tendrán que despejar qué es lo que quieren hacer a partir del 21 de abril, qué tipo de alianzas, qué tipo de gobiernos quieren plantear a este país, sobre qué propósito, con qué intenciones y con qué proyecto».

EH Bildu ha «cumplido», dijo, a nivel nacional, cuyo objetivo principal era «cerrar la puerta a un Gobierno de PP y Vox» (cediéndole sus 6 escaños a Sánchez). También en Navarra, donde su propósito ha sido el de «deaslojar a la derecha reaccionaria representada por UPN» (se aliaron con el PSOE en diciembre del año pasado para quitarle la alcaldía de Pamplona).

No es un escenario imposible. Y es que EH Bildu, tras el resultado de esta noche (27 escaños y el 32,48 por ciento de los votos), puede disputar el poder de la Lehendakaritza al PNV. Los abertzales ya lo hicieron en Pamplona a finales del año pasado, donde arrebataron el Ayuntamiento a UPN con los votos a favor del PSOE, y en la Comunidad Foral de Navarra tras el 28M, Bildu, con su abstención, posibilitó la investidura de la socialista María Chivite. ¿Ocurrirá lo mismo en el País Vasco?

Pero alcanzar acuerdos es una cosa y hacer lendakari al candidato de EH Bildu, otra. Así lo han expresado el líder del PSE, Eneko Andueza, y el propio Pedro Sánchez, quienes han reiterado que no habrá pacto de gobierno en el País Vasco con los de Otegi. Mientras los abertzales propusieron en el último debate electoral grandes pactos al PNV y al PSE, ambas formaciones le cerraron la puerta. Especialmente esta última. «Nosotros vamos a evitar que ustedes gobiernen en este país», le dijo Andueza a Otxandiano, llegando a poner su cargo sobre la mesa: «Si no cumplo con mi palabra, dimito». Recordemos

A nivel nacional, la negativa de los socialistas choca y no ha hecho más que incrementar las críticas desde la oposición. Es más, Feijóo ha exigido al presidente del Gobierno que «rompa hoy» con Bildu en el Congreso, en Pamplona y Navarra, reclamándole que acabe con su «cinismo» y «equidistancia» con respecto a los de Otegi.

No sería la primera vez que los tres partidos alcanzan acuerdos, ya lo hicieron en Navarra donde Geroa Bai, marca del PNV en la Comunidad Foral, gobierna con los socialistas y ha coincidido en votaciones con Bildu; o lo que ocurre en el Congreso, donde ambas formaciones nacionalistas otorgaron sus escaños para investir a Sánchez y para sacar adelante cuestiones legislativas. No obstante, el candidato Pradales da por «prácticamente imposible» este acuerdo.

Siendo posible una reedición del acuerdo entre los peneuveistas y los socialistas, el PP puede hacer valer sus escaños para dejar fuera a EH Bildu de cualquier ecuación aunque no podrá influir en el Ejecutivo vasco. No se esperaba una gran variación en el número de escaños que los populares tenían en el Parlamento vasco. Pero con 7 parlamentarios autonómicos, uno más que en 2020, permitirían conformar una mayoría estable frente a un buen resultado de los de Otegi.

El pasado jueves, Javier de Andrés afirmó que, aunque su partido no esté dentro del ejecutivo regional, sí apuesta por tener una «influencia» para hacer «un proyecto distinto». No obstante, en el caso de ser necesario, pondría encima de la mesa «exigencias» tras haber «escarmentado» con lo que pasó en Guipúzcoa y en Vitoria, donde tras apoyar a los candidatos del PNV y PSE «lo siguiente que ha hecho el PSOE en Vitoria es pactar los presupuestos con Bildu». «No queremos que gobierne Bildu, pero tampoco queremos que gobierne el proyecto de Bildu de la mano del PNV, de la mano del PSE o con los dos», señaló.

De ser así, estaríamos ante un escenario casi excepcional contando con que las dos principales formaciones políticas del país no han sido capaces de alcanzar ningún gran acuerdo desde hace meses. Asuntos como la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) siguen estancados ante la falta de acuerdo entre el PP y el PSOE; y, aunque Feijóo fue la lista más votada, Sánchez formó una gran coalición parlamentaria para ser presidente del Gobierno.

Un pacto conformado por los de Andoni Ortuzar y los de Alberto Núñez Feijóo tampoco es una opción a descartar, aunque el socio habitual de los nacionalistas para formar gobiernos en el País Vasco siempre ha sido el PSE. Para salir adelante, requeriría, no obstante, la 'no intervención' del PSE, es decir, que los socialistas no apoyarán a Bildu y que, además, éstos se abstuvieran en una futura votación de investidura; lo cual pone de manifiesto su inviabilidad, dado que explorando otras vías los socialistas podrían entrar en el Ejecutivo.

El papel que jugarán los posibles diputados del resto de partidos de izquierda, Sumar y Elkarrekin Podemos, o de Vox, estaba en el aire. Las últimas encuestas electorales no preveían grandes resultados, otorgando un reparto de escaños de entre 0-2 o 0-1. Los de Ione Belarra desaparecen de Euskadi perdiendo sus seis escaños y la plataforma de Yolanda Díaz logra meterse en el Parlamento vasco con uno, el mismo que Vox mantiene a pesar de haber estado a punto de salir.

Sí se puede aventurar que los de Santiago Abascal en el País Vasco no participarían de ningún tipo de acuerdo en el que estén los socialistas o Bildu, y así lo han manifestado. Por su parte, Sumar podría apoyar a Bildu (ya son socios en el Congreso), aunque tampoco se descarta que de su 'sí' a un pacto del PNV y PSE.