Los coches de Foster dicen adiós al Guggenheim y vuelven al garaje

El primero en abandonar el museo ha sido el Porsche E-Type gris azulado. Un operario lo conducía mientras otros cinco le guiaban con guantes y precisión milimétrica para acoplarse en la polea del camión de grandes dimensiones que estaba esperando junto a la zona de carga del museo. Después ha sido el turno del Porsche 356 Pre-A y el Citroën Palm Beach Caprom. Finalmente han abandonado el museo el Fiat Nuova 500 amarillo, uno de los míticos 'Dos caballos y un BMW 600.

Son los vehículos que pertenecen a coleccionistas europeos. Según han explicado desde el museo, todos ellos viajarán por carretera a Suiza para después ser devueltos a sus propietarios, que se encuentran en Alemania, Francia e Italia. Los coches que pertenecen a coleccionistas estadounidenses se están embalando y protegiendo en cajas de madera para que puedan viajar en avión con seguridad.

Conseguir reunir todas estas piezas no ha sido una tarea sencilla. La exposición, comisariada por Norman Foster, pasará a la historia por haber logrado reunir por primera y única vez obras de un valor incalculable. También, por haber desatado la locura entre los visitantes.

Cuando los coches llegaron al museo, su director, Juan Ignacio Vidarte, describió la muestra como uno de los «hitos» de la programación del 25 aniversario. Los datos ahora demuestran que no andaba desencaminado. 'Motion. Autos, Art, Architecture' se inauguró el pasado 8 de abril y en poco más de cinco meses ha recibido 751.000 visitantes. No ha batido el récord de visitas de una exposición, un dato que no es fácil de comparar ya que cada muestra permanece por un espacio temporal diferente. Sin embargo, sí puede presumir de ser la más concurrida. De media cada día han pasado 4.608 visitantes por sus galerías, unas cifras nunca antes vistas en el museo.

La afluencia ha sido especialmente alta en los últimos días de apertura al público. A lo largo de su última semana la exposición recibió 43.370 personas. 8.821 de ellas pudieron disfrutar de los últimos minutos de los coches de Fóster en Bilbao, son el doble de visitas de las que ha recibido un día normal.