ACOTACIONES DE UN OYENTE

Nace el 'ultrifachito'

La situación a la derecha del PSOE es un regalo para Sánchez, aunque en el PP aún no se hayan enterado. La muestra de ello es que Feijóo se atrevió a pedir elecciones anticipadas

Artículos escritos por José F. Peláez en el Diario ABC

Se percibía en los pasillos un ambiente de fin de curso, como una de esas mañanas de junio en la que los escolares ya han terminado los exámenes, pero los profesores aún no han terminado de corregirlos, por lo que las criaturas vagan por las ... aulas en un vacío legal, perdidos como negociadores socialistas en la catedral de Zúrich, haciendo tiempo en lo que llega el salvadoreño. Aunque el único salvadoreño capaz de arreglar esto es Mágico González. Y más por Mágico que por González.

Estaban sus señorías, digo, sonrientes, con el rictus relajado del que acaba de quitarse un peso de encima tras un año de municipales, autonómicas, generales y europeas. Y como, en principio, no hay más elecciones, la tensión se difumina como la espuma de las olas cuando llegan a los pies de ese niño que intenta recogerlas con una concha, momento en el que aparece San Agustín de Hipona pensando en la Santísima Trinidad, que es la separación de poderes de lo sagrado. Pero en el Congreso no tenemos más Santos que Cerdán, así que debió ser él quien iluminó a Sánchez, que dieciocho minutos después de comenzar la sesión de control la dio por finalizada y se fue al balneario de Intxaurrondo, donde la fangoterapia es un arte, los barros no se tiran sino que se toman y el fango sirve para hacerse mascarillas, como en el Mar Muerto o en La Toja.

Ahí fue donde Pedro se debió convertir en San Agustín y en plena hipóstasis de 'spa' y masaje se dijo que no era capaz de entender con su mente tan pequeña la complejidad del misterio trinitario, tan grande. Y pensó que las tres formas —ejecutivo, legislativo y judicial— también son lo mismo. Y se transustanció en directo dando al PP un plazo de quince días para llegar a un acuerdo sobre la renovación del CGPJ. Plazo que, por supuesto, no le corresponde dar al ejecutivo sino al legislativo. Pero qué más da: a estas alturas el ejecutivo usurpa la función del legislativo y, ya unidos, okupan el judicial para rehacer, así, la Trinidad populista.

En esos dieciocho minutos, poca tensión. El PP estaba encantado por su victoria en las europeas, así que ni Koldo ni Begoña ni amnistía. El PSOE simulaba estar encantado por lo mismo, así que ni Ayuso ni amenazas ni bravuconadas. Tiró el presidente de máquina de fango, pero esta vez nos aclaró que su propietario no es otro que Aznar, una especie de villano —digamos que Gargamel— que la guarda en su torre y decide cuándo ponerla en marcha para ahogar al PSOE —digamos que los Pitufos—. «El que pueda hacer, que haga», recordó Sánchez que había dicho Aznar. Y la verdad es que suena a Marx: «De cada cual, según su capacidad; a cada cual según sus necesidades». Antes de que a alguno le explotara la cabeza pensando si Aznar es postmarxista o Pedro un nuevo Padre de la Iglesia, el presidente puso todo el esfuerzo en advertirnos de un nuevo trifachito que podríamos bautizar como 'ultrifachito'. Porque ya no hay tres derechas sino tres ultraderechas.

«Dentro de tres años se presentarán tres ultraderechas: la del PP, la de Alvise y de la de Abascal. Y vamos a ganarles a las tres», dijo Sánchez. Intentó, así, aupar a Alvise —un regalo que le ha caído del cielo—, tal y como lleva haciendo toda la campaña, para fijar la idea de un monstruo de tres cabezas o de una matrioska rusa. «Vox es una escisión del PP y Alvise es una escisión de Vox». La comparación no solo es hábil sino, además, pertinente. Calará a no ser que el PP deje de mirarse el ombligo, abandone la ambigüedad, se entere de que tiene motivos para estar preocupado y deje claro si Alvise es un posible socio o un rival con el que nada tienen en común. Vox, por supuesto, no lo hará. La situación a la derecha del PSOE es un regalo para Sánchez, aunque en el PP aún no se hayan enterado. La muestra de ello es que Feijóo se atrevió a pedir elecciones anticipadas. Dios quiera que Pedro no haga cuentas: el final más cruel es siempre el de las plegarias atendidas.

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