La Moncloa sopesa cambiar a la portavoz de los socialistas europeos por el Qatargate

La posición de la portavoz del grupo socialista, la española Iratxe García, es cada vez más delicada, por lo que en fuentes parlamentarias se da por hecho que su futuro político inmediato está más claro en España que en su actual puesto y que Sánchez podría decidir que ocupe alguna de las vacantes en el Consejo de Ministros –por las inminentes salidas de las titulares de Industria y Sanidad, Reyes Maroto y Carolina Darias, candidatas del PSOE en Madrid y Las Palmas el 28 de mayo– y contentar así a los socialistas alemanes, que quieren recuperar el control sobre el grupo parlamentario.

Para nadie es un secreto en Estrasburgo que los dirigentes del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) están descontentos con la gestión que se ha hecho del Qatargate en el grupo europeo, donde García ha intentado solventar la cuestión con una propuesta de endurecer las reglas de conducta de los eurodiputados y una vaga recomendación a todos aquellos diputados que pudieran tener algo que reprocharse para que se abstengan de participar en actividades estratégicas del trabajo legislativo de la Eurocámara.

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Sin embargo, la aparición de fotografías de su jefa de gabinete, Laura Ballarín, en compañía de algunos de los principales implicados del Qatargate a bordo de un yate en aguas del Mediterráneo ha debilitado considerablemente su posición. Ballarín, que es la responsable de relaciones internacionales del PSC, ha jurado que siempre ha procurado no mezclar su vida personal con la profesional, pero es difícil de explicar que ello se traduzca en pasar vacaciones con compañeros de trabajo que han resultado ser los principales implicados en el escándalo, en un yate de alquiler que nadie puede explicar quién había pagado, para navegar durante varias semanas por el Mediterráneo.

Recientemente, la dirigente socialista ha intentado reconstruir su posición dentro del grupo con gestos como unos ataques directos a la eurodiputada popular Dolors Montserrat por su gestión en la Comisión de Peticiones, que ha calificado como «sectaria» en la elección de expertos para estudiar los problemas del español en Cataluña. Lo que más ha extrañado es que las quejas las haya expresado ella misma, teniendo en cuenta que desde el punto de vista institucional hubiera sido tarea de los miembros socialistas de este comité, no de la portavoz del grupo parlamentario.

Además de las diferencias sobre la gestión de Iratxe García al frente del grupo parlamentario, Sánchez acumula también otros desacuerdos con el Gobierno alemán en distintos aspectos, desde la reforma del mercado de electricidad a la velocidad en la que se pretende eliminar los motores de explosión, asuntos muy importantes para la economía germana.

La cabeza de la portavoz socialista, que ha sido el primer representante español en ocupar este puesto en un grupo europeo, sería también parte del pago de Sánchez para el futuro apoyo en sus eventuales aspiraciones de ocupar un puesto en las instituciones internacionales o en la propia UE. Cualquier intento de obtener un nombramiento en este campo necesita el visto bueno de los países grandes y en estos momentos los socialistas alemanes son los más numerosos en la UE. La retirada de la española sería, según fuentes parlamentarias, un movimiento táctico para los planes de Sánchez para el futuro.