Moncloa reactiva la operación contra el liderazgo de Feijóo para desestabilizar al PP
Sánchez agita la idea de que algunos tratan de moverle la silla y en Génova recuerdan: «Ya hemos vivido esto»
El PP se convence de una estrategia PSOE-Vox
Fueron dos palabras dirigidas al líder del PP desde el escaño del presidente del Gobierno. Y el PSOE las terminó explotando como un lema de partido. «Ánimo, Alberto». Una semana más tarde, en la siguiente sesión de control en el Congreso, Pedro Sánchez ... retomó la idea de mofa contra Alberto Núñez Feijóo: «La pregunta es qué aporta usted a la política. La clave la tiene su grupo parlamentario, que le aplaude para tapar la nada que son sus intervenciones».
«La nada» se escuchaba después de diputados socialistas una y otra vez. Entre una cosa y otra solo pasó una semana. Y en medio Sánchez tuvo otra revelación al asegurar que «hay muchos presidentes autonómicos del PP que van a Madrid a mostrar su desagrado con la estrategia de Feijóo e incluso se dejan querer como futuros y futuras jefes de la oposición».
La afirmación tuvo lugar en una entrevista recién llegado de Egipto, donde había asistido a la firma de paz para Gaza. Y no se quedó ahí. «Siempre que hay un cuestionamiento sobre el jefe de la oposición y se habla del sustituto, en este caso del señor Feijóo, la derecha habla de un hipotético adelanto electoral. Lo hacen para cerrar cualquier debate sucesorio», remató el presidente, sin aclarar a qué se refería ni de qué presidentes hablaba. Sí mencionó «conversaciones en privado» e incluso «off the records» (fórmula utilizada por los periodistas para charlas que no quedan grabadas) cuando habían pasado solo dos días de los corrillos del 12 de octubre en Palacio Real, de los que él se había ausentado por primera vez.
En Génova no son ajenos a la embestida y aseguran que se repiten episodios muy similares a los que ya vivió Feijóo hace más de tres años, cuando desembarcó en la política nacional como líder del PP. Entonces, el dirigente gallego aterrizó en el Senado. En aquellos pasillos se escuchó durante meses que «no se adaptaba a Madrid», a los debates nacionales, sus tiempos y sus formas; que no le tomaba la medida a Sánchez. Y, sobre todo, que no duraría como jefe del primer partido de la oposición. Tras las elecciones del 23J –que el PP ganó siendo primera fuerza– sucedió lo que ahora ha vuelto a ocurrir: desde el Gobierno se lanzaron mensajes poniendo en duda que el líder popular vaya a ser finalmente el candidato en las próximas generales. «Igual no llega», dicen en muchos círculos del PSOE.
El contexto político del momento, asumen en el PP, juega un papel clave. El auge de Vox en todas las encuestas y el Gobierno tratando de desviar el foco de la trama de corrupción que afecta al PSOE y el resto de agenda judicial –además de la debilidad parlamentaria y la ausencia de Presupuestos–. Como publicó ABC, en Génova dan por hecho que opera una «pinza» de los socialistas y su rival por la derecha, a los que acusan incluso de actuar de manera coordenada para debilitar al PP y sus opciones como vencedor en las próximas elecciones. Ahora, dicen en el entorno de Feijóo, en vista de la nueva campaña contra su propio liderazgo, buscarían desestabilizar al dirigente conservador y alterar a sus filas.
Solo así, continúan fuentes de la cúpula, se explica que el presidente intervenga en una entrevista radiofónica asegurando que le han llegado conversaciones de presidentes autonómicos en las que «se dejan querer» durante sus visitas a Madrid y buscan moverle la silla a su jefe de filas. Las crisis internas del pasado más reciente del PP –que terminó con el liderazgo de Pablo Casado– son un arma política que el Gobierno utiliza con frecuencia. Igual que el protagonismo de Isabel Díaz Ayuso, que en rarísima ocasión no aparece en los debates del Congreso por boca de Sánchez.
Sin embargo, el cuestionamiento sobre Feijóo llega en un momento particular, que quizá no ha tenido un episodio igual en lo que va de legislatura. Los dos nombres que siempre aparecen en cualquier conversación sobre el futuro del PP y en un debate sucesorio –que en ningún caso se abrirá antes de las elecciones generales y que solo tendrá lugar si Feijóo no llega a gobernar– son el de la presidenta de la Comunidad de Madrid y el de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.
Representan para muchos las dos almas del PP, las dos formas de entender el partido en el que ambos conviven. Y los dos modelos que ha terminado combinando Feijóo desde la sede de Génova. Siempre se compararon las formas del dirigente gallego con las del líder andaluz y nadie en el PP es ajeno a la especial sintonía que ambos han compartido a lo largo de sus trayectorias. Sin embargo, el salto a la política nacional ha hecho que muchos cargos –también del PP de Galicia– vean ahora a un Feijóo más apoyado en muchas de las tesis del PP madrileño.
Moreno y Ayuso viven momentos de convulsión como antes no habían tenido. El primero por la crisis derivada de los cribados de cáncer de mama en Andalucía, que le han obligado a priorizar ese asunto por encima de todos los demás, a relevar a su consejera de Sanidad, aprobar un plan de choque y que, seguramente, aleja cualquier atisbo de adelanto electoral técnico que tuviera en la cabeza. El presidente andaluz no ha tenido grandes polémicas en su legislatura y ahora ha visto una crisis de verdad con la que lidiar. A eso se suma el crecimiento que Vox tiene en todos los territorios y que amenaza incluso su mayoría absoluta.
La dirigente madrileña, que sigue siendo el principal activo político de la derecha –como prueba, la confrontación total que mantiene con ella el Gobierno– ha visto marcada la legislatura por el supuesto caso de fraude fiscal de su pareja –por el que el fiscal general irá a juicio en apenas unos días–, que aparentemente no le pasa factura en las encuestas, pero le ha acarreado un profundo desgaste personal. El foco que acapara en muchos momentos tanto ella como su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, ha alimentado polémicas. Muy recientemente la relacionada con el aborto ha dado oxígeno al Ejecutivo.
En el PP ven muy «artificial» el debate que la izquierda trata de agitar sobre Feijóo. Pero muchos dirigentes zanjan: «Nunca ha habido dudas, pero ahora las hay todavía menos».
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