Moncloa aísla a Podemos en las negociaciones para forzar su voto
Ensaya con el embargo de armas a Israel la estrategia que aplicará a los Presupuestos: «No quieren hablar»
Podemos alarga la agonía del PSOE y no desvela si tumbará el embargo de armas a Israel
Madrid
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Iniciar sesiónEl Gobierno necesita a todos sus socios todo el tiempo, pero la relación con unos y otros es asimétrica. A la dificultad de tratar de hacer compatibles las sensibilidades de aliados que son, a su vez, rivales en las urnas se añade también tener ... que lidiar con las susceptibilidades de cada uno de ellos. Dos son los partidos, Junts y Podemos, que hacen flaquear la aritmética de Pedro Sánchez a derecha e izquierda, pero Moncloa asumió hace tiempo –tal como publicara ABC– que será Pablo Iglesias quien acabe por desestabilizar la legislatura.
En privado, fuentes gubernamentales reconocen el desconcierto que les genera la manera en que se desenvuelve quien, en la pasada legislatura, formaba parte de la coalición de gobierno. «Su electorado no entiende nada», dicen, mientras en público no cejan en el empeño de llamar a «remar juntos». Ante la actitud de «no a todo» en la que se han instalado los morados, en el Ejecutivo han optado por dejar de lamentarse e implementar una nueva estrategia: el aislamiento.
«No me consta que haya conversaciones», aseguran las fuentes consultadas. «No hay negociación», tercia un miembro del Gobierno. En Moncloa exhiben una frialdad absoluta hacia Podemos en relación a la negociación de las dos iniciativas que se votarán hoy en el Pleno: el embargo de armas a Israel y la ley de movilidad sostenible. Ambas votaciones son clave: en lo cualitativo, por lo que supone la primera para la ofensiva contra Israel por el «genocidio» en Gaza y, en lo cuantitativo, por los 10.000 millones de euros de fondos europeos que están en juego si decae la segunda.
Sin embargo, no parece que el Gobierno vaya a hacer ningún esfuerzo extraordinario por convencer a sus socios en las horas decisivas. «Nosotros ya hemos hecho nuestro trabajo, ahora les toca a ellos retratarse», retan desde el Ejecutivo, después de tener ya atados los votos de Junts al veto a Israel. Lo cierto es que se aprecia un cambio sustancial en la manera de relacionarse con los morados, de la frase manida del Gobierno que «suda la camiseta» en un escenario de profunda fragmentación: «Tenemos el Parlamento que tenemos»; se ha pasado a bajar los brazos, no como forma de rendición, sino como ejercicio de tacticismo.
En el Ejecutivo han cambiado el orden de prioridades y se centran en conseguir el resto de apoyos antes de testar a Podemos. Esta forma de aislamiento supone llegar con el acuerdo cerrado, a falta de cuatro votos, endosándoles en exclusiva a los morados la responsabilidad de que decaigan las medidas si no cuentan con su aval. En Moncloa creen que la formación de Ione Belarra no será inmune a esta presión y acabará cediendo. «Nadie entendería que tumbasen el embargo de armas a Israel, aunque no sea todo como ellos quieran», explican. Otras fuentes hilan más fino y creen que los morados tratan de mantener una pose de distanciamiento con el Gobierno y no van a tratar de sacarles de ahí. «Parece que les molesta que traslademos que hay contactos, que estamos hablando, así que no lo haremos», dicen.
«No quieren hablar»
«Nosotros llevamos allí una propuesta y ellos tendrán que decidir qué hacen», justifican en Moncloa, para apuntar inmediatamente: «No hay mucho que negociar si no quieren hablar». Pese a que desde el Gobierno se renuncie a buscar el acercamiento siguen «creyendo que hay posibilidad de que salga adelante». A la espera de ver cómo se resuelve hoy la votación y si Podemos acaba sucumbiendo a la presión, en el Gobierno han entendido ya que esta es la nueva relación que cabe entablar con los de Belarra.
Este será el mismo patrón que se aplicará a la negociación presupuestaria. Hacienda tratará de atar todos los apoyos hasta que solo falten los cuatro votos de Podemos para trasladarles toda la culpabilidad de cercenar unas cuentas con importantes avances en inversión social. «Un gran poder, pero también una gran responsabilidad», teoriza un dirigente, reescribiendo una vieja proclama de película de superhéroes. Sin embargo, para que esta estrategia surta efecto, primero tendrán que cerrar el voto de Junts a las cuentas, algo harto complicado.
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