María Chivite asegura que nunca habló con Santos Cerdán sobre adjudicación de obra pública
La presidenta de Navarra admite reuniones con él «en calidad de diputado», pero niega haber incurrido en alguna «ilegalidad»
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Madrid
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Iniciar sesiónLa presidenta de Navarra, María Chivite, ha llegado este lunes al Senado convencida de asistir al «circo romano». Con esa expresión, antes siquiera de poner un pie en la sala Clara Campoamor, ha tratado de deslegitimar el trabajo de la comisión de investigación por ... el caso Koldo, donde sus señorías han examinado la trama navarra sin grandes novedades.
La baronesa socialista ha reconocido haber pedido a Santos Cerdán –ahora en la cárcel por el supuesto cobro de mordidas a cambio de amañar contratos públicos– que la acompañase a reuniones con ministerios, «en calidad de diputado», para atraer inversiones a la región. Pero nunca, ha garantizado la compareciente hasta en dos ocasiones, ha hablado con él de la adjudicación de obra pública. Tampoco de la del túnel de Belate, puesta en el disparadero por concederse a una unión temporal de empresas (UTE) de la que forma parte Servinabar, sociedad de la que Cerdán poseía el 45 por ciento.
Chivite, a la carrera, ha asegurado a los periodistas que se presentaba a la cita con la «tranquilidad y paz» de quien sabe que no ha incurrido en ninguna «ilegalidad». Esa «tranquilidad» ha parecido pasar a un segundo plano durante las dos horas y cuarto de su comparecencia, especialmente cuando la han interrogado los senadores Alejo Miranda de Larra (PP) y María Caballero (UPN). A ellos, a la derecha navarra, los ha acusado de atacar la imagen de la comunidad foral en un intento de sacar rédito político. Incisivos, buscaban esclarecer la relación de Chivite con Cerdán.
Ella ha admitido que había hablado con él sobre las obras de la carretera Nacional 121-A, pero no en concreto sobre la licitación del túnel de Belate. El ambiente, cargado de tensión, ha obligado a intervenir varias veces al presidente de la comisión, el popular Eloy Suárez, quien ha llamado al orden a distintos senadores socialistas y ha recordado a los del PP que no pueden sacar fotografías, después de una enérgica protesta de Chivite. «No tengo veintisiete ojos», se ha quejado Suárez, en un intento de que se impusiese el decoro parlamentario.
La sesión se ha enredado en debates de parentesco –la presidenta ha pedido que no digan que Óscar Chivite, consejero de su Gobierno, es su tío, porque es primo de su padre, no hermano– y lingüísticos: no ha puesto la mano en el fuego por algunos de los salpicados en la trama navarra, pero porque no 'cree' en esa expresión. Sí ha revalidado su confianza en todo su Ejecutivo.
Miranda de Larra y Caballero, como cabía esperar, han mostrado una fotografía de Chivite cuadrándose, al estilo militar, ante Cerdán. Una «broma entre compañeros», para ella; una prueba flagrante de la ascendencia que tenía en Navarra el exsecretario de Organización del PSOE, para ellos. La presidenta autonómica ha negado en cualquier caso que ella o su Gobierno cumplieran «órdenes» de Cerdán y ha dicho que con él despachaba cuestiones relacionadas con la política navarra, pero «nunca» adjudicaciones públicas.
Su último contacto, según ella misma ha desvelado, fue el mismo día que se dio a conocer el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que precipitó la caída de Cerdán. Hablaron por teléfono a las nueve y media de la mañana y desde entonces, nada. Chivite ha aseverado, contundente, que no tiene «miedo a lo que pueda salir» sobre ella, tampoco en los audios de Koldo García, el exasesor del exministro José Luis Ábalos que da nombre al caso. Su única directriz política, ha dicho, fue que se abordase el desdoblamiento del túnel de Belate «con seguridad jurídica» para, entre otras cosas, evitar su cierre o posibles sanciones de Bruselas.
Respecto a la dimisión de Ramón Alzórriz como número dos del PSN, ha dicho que se debió a una pérdida de «confianza personal», que no política, al trascender que su pareja trabajaba en Servinabar. También ha dado por zanjada la polémica reubicación de Lorenzo Serena, el funcionario que denunció irregularidades en la adjudicación de la UTE, porque el director general de Obras Públicas, Pedro López Vera, pidió disculpas y rectificó.
«Una vergüenza»
La presidenta de UPN, Cristina Ibarrola, ha afirmado en declaraciones a ABC que lejos de despejar dudas, Chivite las «ha aumentado». «Su situación política es aún más insostenible», ha zanjado, y ha lamentado que la presidenta navarra no fuese capaz de explicar por qué la obra «más importante de los últimos años en Navarra» se le adjudicó a una empresa que, según el fiscal jefe Anticorrupción, se trata de «una sociedad creada 'ad hoc' para lucrarse de obras públicas sin aportar nada a ellas». «Es indignante y una vergüenza que pretenda justificarlo todo con la excusa de que la directriz política era que había que hacer esa obra», sentencia la líder de UPN.
En el aire han quedado dos preguntas como si también acudían a esas reuniones con ministerios otros diputados por Navarra o era una excepción reservada a Cerdán, o por qué no se ha penalizado a la UTE de la que forma parte Servinabar pese a los retrasos en las obras del túnel de Belate. «No entro en trámites administrativos», se ha limitado a responder, una y otra vez, la presidenta Chivite.
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