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acotaciones de un oyente

El maravilloso sopor de una sesión sin Frankenstein

Que el Gobierno no acuda a una de las dos cámaras del Parlamento puede ser legal, pero es una macarrada y una falta de respeto al pueblo

Junts pel 'sí-no' o el derecho de auto indeterminación

José F. Peláez

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Tiene el Senado una luz amarilla como de orfanato. Es una luz mortecina de pupitre de opositor que lo llena todo de un ambiente lento, como si el tiempo se hubiera parado en el preciso instante en el que va a terminar la primera ... tarde del otoño. Aunque en ocasiones sea exactamente el caso. Es una luz que no da sombra, una luz de última oportunidad que une lo real y lo metafórico. Porque el hemiciclo del Senado tiene, al menos, algo de novedad, un punto de parlamento sueco, moderno y funcional: un hemiciclo de catálogo de Ikea. Pero el antiguo salón de sesiones en el que se desarrolla este jueves la agenda es un salón de época con grandes lámparas de araña, terciopelo granate, madera oscura y palcos de un teatro del 'West End' borbónico. Todo ello le confiere un aire de salón de baile burgués. Y aún no descarto que no lo sea.

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