Manuel Muñiz: «Estamos en el momento de mayor inestabilidad geopolítica desde el final de la Guerra Fría»
Rector internacional de la Universidad IE y presidente de Apsia, dice que España «es capaz de tender puentes en el nuevo orden internacional», en el que intuye que «echaremos de menos» a EE.UU.
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El rector internacional de la Universidad IE y presidente de Apsia, Manuel Muñiz, en su despacho de la Torre IE
En la planta 26 de la madrileña Torre IE, se encuentra Manuel Muñiz, rector internacional de la Universidad IE y presidente de la Asociación de Escuelas Profesionales de Política Exterior (Apsia, en inglés). Quien fuera secretario de Estado de España Global, entre 2020 y ... 2021, habla con ABC sobre la transición del mundo a un nuevo orden internacional, que se refleja en el «declive relativo» de EE.UU. y el «ascenso de China». Un nuevo escenario donde España tiene «un valor extraordinario» que aportar: «Tender puentes y actuar como bisagra hacia el sur global».
—¿Cómo se enfoca la docencia en política exterior en un momento en que el mundo cambia tan rápido?
—Es un reto enorme. Vivimos en sociedades que cambian a una velocidad exponencial, por lo que hay que introducir temáticas nuevas como clima, diplomacia tecnológica, gobernanza global de salud... Por otro lado, tenemos que educar a los alumnos en la globalidad e interdependencia, pero en un entorno que se está fracturando y nos privará de herramientas para abordar problemas globales. Luego está la complejidad de los temas actuales, como el cambio climático, de equidad o injusticia social, de guerra y paz... El reto es construir una disciplina que permita a los jóvenes afrontar y superar desafíos.
—¿Cómo describiría el tablero geopolítico en este momento?
—Estamos en el momento de mayor inestabilidad geopolítica desde el final de la Guerra Fría. Es producto de varias tendencias, pero la principal es el declive relativo de EE.UU. y Occidente en el orden internacional. Estamos viviendo un reequilibrio del peso económico hacia Oriente que no veíamos desde hace más de 500 años, es realmente extraordinario. La UE y EE.UU. tenían hace unas décadas cada una un 20 por ciento de la economía global. Entre los dos bloques representamos un 40. Eso va camino de ser la mitad en próximos años.
—De hecho, el bloque de las economías BRICS [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica] superará pronto al del G7.
—Eso da una idea del proceso de transición económica y de poder a nivel global. Este proceso por el que emerge un nuevo orden internacional mucho más multipolar, va acompañado de mucho ruido en lo político y diplomático y en lo económico. Hasta que no haya orden ahí, va a haber ruido, y eso implica problemas de gobernanza.
—¿Se explica así la polarización?
—Este proceso lleva también a lo político hacia un orden más iliberal. El ascenso de China, el revisionismo ruso y el fracaso de los procesos de democratización en países de Oriente Medio o de Asia central dibujan un entorno internacional menos democrático. En paralelo, ha habido una implosión de lo democrático y de lo liberal desde dentro, que es el debilitamiento de las democracias desde su interior, como consecuencia de la polarización política y de su efecto en la democracia y sus instituciones. Esa polarización ha producido el ascenso de fuerzas políticas en los extremos de la derecha y la izquierda, y en posiciones ideológicamente difíciles de identificar, pero que sabemos que están en el extremo porque cuestionan el andamiaje institucional.
—Ante la rivalidad entre EE.UU. y China. ¿Qué es mejor, que solo haya una potencia que domine el mundo o dos?
—No hay periodo en la historia de la humanidad donde un país haya tenido una proporción tan significativa de las herramientas de poder -económico, militar, diplomático...- como EE.UU. a nivel global. Ese despliegue ha hecho que EE.UU. asuma la provisión de la práctica totalidad los bienes públicos globales. Las flotas norteamericanas, por ejemplo, protegen todas las vías comerciales del mundo, el día que lo dejen de hacer, ¿los indios van a proteger el Índico? ¿Y los chinos, el Pacífico? ¿Los europeos seremos capaces de proteger el mar Rojo, el Mediterráneo y parte del Atlántico? ¿Quién pagará eso? La presencia de EE.UU. y su capacidad de desactivar conflictos en lo diplomático y militar ha sido enorme, de una manera evidente y también invisible. La percepción de que EE.UU. podía intervenir en cualquier lugar y momento disuadía conflictos intraestatales e interestatales. El día que esa disuasión y percepción de omnipotencia se acabe, entraremos en un mundo mucho más inseguro.
—¿Qué opinión hay sobre este asunto en la otra parte del mundo?
—Esta es una visión europea y OTAN. Nosotros hemos estado claramente bajo el paraguas norteamericano y hemos sido enormes beneficiarios de esa hegemonía de EE.UU. Estoy convencido de que en Afganistán, Irak y algunos lugares del Magreb y Asia dicen que EE.UU. ha sido un actor nocivo, con tintes imperialistas... los indios son muy críticos con EE.UU. Mi intuición es que echaremos de menos a EE.UU. Europa en general -porque EE.UU. se ha encargado de la defensa de todo el continente- y España en particular, porque estamos en la frontera sur de la UE y nos van a llegar responsabilidades de seguridad muy fuertes del norte de África. Si EE.UU. decidiera abandonar la OTAN o reducir sus compromisos, cosa que Trump podría hacer si gana las elecciones, los europeos vamos a tener que asumir responsabilidades que no hemos ejercido durante décadas.
—Y para las que necesita una inversión a costa de otras partidas.
—Sí. Porque lo que EE.UU. ha sido para el mundo militar, Europa lo ha sido en gasto social a nivel global. El día que EE.UU. no nos cubra, tendremos que reequilibrar nuestros presupuestos.
—En este contexto internacional, ¿qué papel juega la UE?
—La UE es de lejos la economía más abierta del mundo. Somos los más dependientes de la globalización. En este entorno de fractura le conviene ejercer un papel de integración de las partes del mundo que van a resistirse a este nuevo alineamiento de bloques.
—¿Ahí España podría ser clave?
—Si fuésemos capaces de construir una política de Estado sobre esto sostenida en el tiempo, España podría ser el gran vertebrador de una política hacia el sur global. No hay país más sureño que España. Es capaz de hablar con EE.UU., con los socios de la UE, con la mayor parte de Iberoamérica de manera fluida y constructiva, con partes enteras de África. En Asia no tenemos una historia conflictiva, de hecho nos ven con buenos ojos en la práctica totalidad de los países. En este entorno de bloques y colisión, construir una política de puentes con el sur global puede ser un valor extraordinario para España. Y España lo puede hacer. No hay otro país para hacer eso. Y eso nos hace únicos. España es un actor bisagra que podría ser clave en las relaciones internacionales.