Virginia Riezu: «Entre el oso y el madroño pondría un vagón de metro»
COLONOS
La humorista de Pamplona quiere un Madrid verde, auténtico. El Madrid que aún no ha sido tomado por las franquicias
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Madrid
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Iniciar sesiónVirginia Riezu (Pamplona, 1975) trae la risa del norte, que la risa, según conversación con ella, es universal. La risa, claro. Nada hay que denote más la inteligencia que una carcajada, más en esas horas en la que ella aparece por las pantallas ... y el español anda sesteando si es que tiene esa fortuna. Ella es humorista y actriz, en la línea de los cómicos que relató Fernán Gómez.
Su éxito en 'Todo Es Mentira' procede, entre otras inspiraciones, de su capacidad de improvisación; otro indicador de inteligencia. Riezu es risueña, va en moto por la ciudad, saluda y le saludan, y no tiene rubor alguno en tomarse a broma los saludos improvisados que se dan en esta ciudad y no, por ejemplo, en Estocolmo.
Sabe que a la capital, tan esquizofrénica, hay que abordarla con humor, cuando no con la carcajada. Sale de casa y no sabe, y se pone en la piel del madrileño serio y el más adaptativo, a qué hora retornará a la calidez o al frescor del hogar. Riezu sazona con sarcasmo a estos tiempos postdistópicos.
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Y lo hace sabiendo que el presente es el que es, siempre con una buena cara. Es mujer de muchas revoluciones; el teatro, el 'share', lo difícil que es vivir en humor para que el chiste salga solo. Considera al señor o señora que no lleva el rictus avinagrado por el tráfico y sus atascos como una suerte de Buda, de tipo que ha encontrado la paz universal y no le turba ni llegar tarde, ni perder gasolina con arreones y frenazos. La clave del amanecer y del atardecer madrileños. La ciudad agota, está claro, pero aun así esta la terapia del cachondeo que es una buena filosofía de esta 'colona'. Entre risas y veras, da con algo que el entrevistador solo sería capaz de inquirir a un perfil como el suyo. El de, si fuera posible, qué colocaría entre el oso y el madroño. Ella, por no idealizar, situaría «algo industrial», quizá un vagón de metro, o un raíl del propio suburbano. El Madrid de Virginia Riezu debería ser más verde, un Madrid que respetara todo lo que no es franquicia. Ahí quizá haya un resabio de su formación primera, la de ingeniera agrónoma.
—Lo primero que hay que preguntarle es por la risa. Por la cualidad o calidad de la risa madrileña. ¿La risa de esta ciudad es natural o hay que sacarla con cucharilla?
—Madrid tiene una risa natural que sale ya por agotamiento, por desfase. O porque estás muy arriba o porque estás muy abajo, te tienes que reír. Te tienes que reír hasta de que sales de casa a una hora pero sabes no a la que vas a llegar; pues eso, eso mismo, ya es un cachondeo.
—Una cuestión que me escama y creo que se habrá hecho alguna vez. ¿El que sonríe en un atasco de tráfico, es un psicópata o se adapta al medio? Piense la respuesta, que es una cuestión de antropología circulatoria.
—No, es un buda. Es un ser elevado. Está conectado con la frecuencia más alta del amor.
—Seguimos con risas y sonrisas, por no desviarnos de su negociado, que es también lo que interesa a los lectores. ¿Cómo suena, a qué sabe, la carcajada madrileña?
—Creo que suena muy universal porque nadie es de aquí.
—Aunque la actualidad, materia prima de su programa, pase por Madrid, sostiene que el humor es universal. De eso, se infiere que el público madrileño es parte de esa universalidad...
—Claro. Porque si vas a un show hay cinco argentinos, siete andaluces, tres vascos. Por eso digo que es universal.
—Es bien sabido que otras regiones hacen chiste de su identidad regional. Del tópico. Los andaluces y la siesta, los leoneses y los aragoneses de arreglarlo todo por las buenas, etc. En Madrid, también es bien sabido, se hace poquita broma del castizo, del madrileñista. ¿Me puede dar alguna razón sobre este extremo?
—En esta me has pillado un poco... Me he atascado, jejeje.
—Se lo pongo más fácil. Y con un ejemplo. Carlos Arniches, se ha dicho por aquí, era de Alicante, y se doctoró en el habla madrileña y en el tópico madrileño. Al menos el habla y el tópico según su entender...
—Pienso que la chulería, que es lo que se dice de los madrileños, es ya un poco cómica de por sí.
—A usted, el respetable le valora, entre otras habilidades, la capacidad de improvisación. ¿Madrid improvisa mucho? Esa capacidad adaptativa, ¿está en el aire de la ciudad?
—Mira acabo de saludar a una señora sin saber quién es. Como si fuera mi prima. Menos mal que no me he quitado el casco. (Ríe).
—Esta es nueva, pero aquí estamos para innovar en el género de la 'interviú'. ¿Qué colocaría entre el oso y el madroño?
—Pues metería algo industrial; un vagón de metro. O un raíl. Para no idealizar Madrid. Si viene un extraterrestre y ve solo al oso y al madroño pensaría que viene a un bosque.
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—Al extraterrestre de marras, ¿qué le diríamos que hay que mejorar?
—Las zonas verdes.
—Y, ¿qué habría dejar como estar?
—Todo lo que no es franquicia.
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