Víctimas de trata y abuso sexual infantil becados por Netflix: una escuela de cine en Matadero como terapia
Jóvenes de entre 16 y 23 años en riesgo de exclusión social encuentran una salida profesional en la Escuela Dentro Cine de la Cineteca, un proyecto municipal pionero que les brinda apoyo emocional a través del séptimo arte
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Iniciar sesiónLo tituló 'Ko Djoudema woni', que vendría a significar algo así como «siempre en tus manos». En él se intercalan imágenes costumbristas de Guinea Conakry con elementos arquitectónicos emblemáticos de Madrid. El cortometraje narra el reencuentro de Mohamed Adam Barry (25 años) con su ... hermano, en Francia. Ambos emprendieron la huida desde el país africano hacia Melilla, pero en distintos momentos. Mohamed partió en 2016, aún siendo menor de edad –«y de forma ilegal», confiesa en voz baja–. Desde entonces ha transitado por multitud de centros de acogida. A Madrid llegó un año después, convencido de que «uno tiene que encontrar una salida».
Aquí se empapó de nuestro idioma y cursó Pastelería durante tres años en el mercado de Puerta Bonita. Gracias a esa formación pudo trabajar en diversos establecimientos de repostería. Mientras tanto, se dedicaba a su gran pasión: la música. Con cierta timidez, deja ver su perfil en Spotify bajo el nombre de Wiz Moneys. Su empeño por grabar un videoclip lo llevó a la Escuela Dentro Cine, la primera escuela de cine terapéutica, municipal y gratuita destinada a adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión social de 16 a 23 años sin empleo ni formación o en estado de desprotección familiar. Es aquí, en una pequeña sala subterránea en Matadero Madrid, donde Mohamed nos cuenta su historia.
Es jueves, mediodía. Una decena de jóvenes se mueve entre micrófonos, cámaras, luces y claquetas. El equipo se prepara para la fase de producción de un cortometraje. Entre los participantes se encuentran Natalí (22 años) y Fabricio (25 años). Recuerda la joven las protestas en Cuba de 2020, y cómo en su entorno –en Holguín, una ciudad del este–, empezó a crecer una necesidad de expresarse frente a la realidad que los rodeaba. Es por ello que se sumaron a documentar todo lo que allí ocurría con sus cámaras y teléfonos móviles. Durante la pandemia del Covid, sin apenas acceso a internet, Natalí y su mejor amiga decidieron estudiar cine de forma autodidacta con la esperanza de algún día poder ingresar en San Alejandro. Pero poco antes de presentarse a las pruebas le surgió, en medio del caos que vivía su país, la oportunidad de viajar a Madrid.
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«Mi relación con el cine empezó como una cuestión casi de supervivencia», expresa. Supo de la existencia de Dentro Cine gracias a Álvaro, un educador social que la ayudó a regularizar su situación y a descubrir nuevos caminos formativos. Natalí, que llegó a Cineteca «sin saber utilizar una cámara siquiera», es una de las alumnas que han contado con una de las becas de formación y residencia artística financiadas por Netflix.
Para la cubana, los proyectos más auténticos nacen de una necesidad profunda. En ese sentido, Dentro Cine representa un espacio único, donde conviven valores y sentimientos «que hoy parecen en decadencia». Allí se produce un cambio en la escala de valores: lo importante no es sólo la técnica o la organización para hacer una película, «sino el amor, la colaboración y la búsqueda de nuevas formas de crear». Cuando se le pregunta por los temas que aborda en sus obras, Natalí explica que en su primera película en la escuela trató el vitíligo, usando un lenguaje poético para hablar de la diversidad, y cuenta que en Dentro Cine cada proyecto nace de las emociones y los conflictos personales que atraviesan los alumnos durante el año.
Este proyecto pionero de Cineteca Madrid y Matadero Madrid, que va ya por la octava promoción y ha formado a más de 250 alumnos, aborda sin tabúes realidades como el abuso infantil, las agresiones sexuales, el abandono familiar y los trastornos mentales. El programa se imparte durante el curso académico, de octubre a junio, y cuenta con la participación de entre 18 y 20 jóvenes remitidos principalmente por el programa de Apoyo Socioeducativo y Prelaboral para Adolescentes (ASPA) del Ayuntamiento de Madrid y la Fundación Balia. En la presente edición, la escuela cuenta con jóvenes con discapacidad intelectual y trastornos del espectro autista, mujeres víctimas de trata y acoso escolar, una madre adolescente, personas migrantes y adolescentes que se encuentran atravesando enfermedades graves como el cáncer o viven situaciones de orfandad.
La escuela está dirigida y coordinada por la psicóloga y psicoterapeuta Violeta Pagán y el cineasta Pedro Sara, que desde la asociación 24 posibilidades por segundo fusionan en sus producciones el poder transformador del arte cinematográfico y el soporte psicoterapéutico. «No queremos coexistir con la vulnerabilidad, queremos convivir con ella. El grupo terapéutico en Dentro Cine funciona como una placenta social, un útero de segunda oportunidad. La combinación de esta con el cine es una poderosa herramienta promotora de salud, que permiten a las personas y a las comunidades reelaborar situaciones críticas y duelos dolorosos, imaginando nuevos escenarios», explica Pagán, quien asegura que se trata de un «ejercicio serio en el que el alumno está en contacto con uno mismo».
Para Sara, lo más importante de este programa es «la interpretación constante de nuestras experiencias, ser conscientes de cómo estamos contando nuestro pasado y cómo afrontamos el futuro». Con esto, el cineasta explica que los alumnos consiguen así autoridad, soberanía: «Ya no es una víctima que cuenta lo que le ocurrió. Pasa de ser objeto de compasión o de criminalización a convertirse en sujeto creador, con autoridad y un discurso artístico propio y consciente, ejerciendo su derecho a expresarse a través del arte».
Como parte de su proceso de creación, los jóvenes de Dentro Cine realizan una película colectiva y diversas piezas cinematográficas cada curso. Sus largometrajes han sido proyectados en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el Festival Internacional de Cine de Gijón, el Festival Internacional de Cine de Marsella y Documenta Madrid, entre otros. Asimismo, varios de los estudiantes que han finalizado el curso han tenido la oportunidad de continuar su formación y trabajar en grandes proyectos. Un ejemplo de ello es Fabricio, quien tras completar el grado superior de realización audiovisual ha participado en el rodaje de destacadas series como 'Reina Roja', 'Historias para no dormir' y 'El problema final'. O Génesis (27 años), quien ha conseguido un contrato como meritorio de producción en Movistar. «También tenemos una compañera que ha trabajado en producciones importantes como 'El hoyo' o 'Poquita fe'. Ahora está contratada en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, ayudando en la coordinación de un máster», explica Sara.
«Un vivero de oportunidades»
«Este proyecto es un vivero de oportunidades, un espacio para aquellos que deciden hacer de la cultura no sólo una parte importante de su vida, sino una forma de vida. Me preocupa mucho que se siga hablando del amateurismo en la cultura, de esa idea del trabajo no retribuido, pues el trabajo en la cultura es tan válido como cualquier otro y debe ser remunerado. Como mencionamos, los alumnos, como profesionales del cine y la cultura, van a los rodajes con contratos de trabajo, seguridad social y un sueldo acorde a su labor», explica la delegada del área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz. Junto a Luis Enrique Parés, director artístico de Cineteca, apunta, además, que «tenemos una reunión pendiente con el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) para explicarles el proyecto».
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