El viaje de cientos de tortugas que 'okuparon' el jardín tropical de la estación de Atocha

Lo que empezó posiblemente como una ocurrencia de alguien que quería desprenderse de la mascota de los niños debió parecerle una estupenda idea a otros muchos, que copiaron la iniciativa y fueron depositando allí sus tortugas, a la chita callando, hasta que aquello se convirtió en un enorme terrario, en el que se acumulaban unos 300 ejemplares.

El estanque del jardín tropical de Atocha se convirtió, con estos nuevos vecinos, en una atracción que creaba también algunos problemas, por la proliferación de los ejemplares, y por las condiciones del agua que cubría la zona en la que vivían las tortugas, y que terminaba ensuciándose por los residuos que arrojaban allí los viajeros.

Así las cosas, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) se comprometió a acabar con el problema. Pero al mismo tiempo, fue sensible a atender las demandas de los grupos ecologistas para que los animales -que para más inri pertenecían a especies consideradas invasoras- no resultaran dañados. Y la solución la encontraron a 52 kilómetros de Madrid, en un pequeño municipio de apenas 3.000 habitantes, Navas del Rey.

Tras años encargándose del cuidado de estos ejemplares abandonados, alimentándolos y tratando de evitar que se incrementara su número concienciando a los ciudadanos para ello -sin demasiado éxito, todo hay que decirlo-, Adif llegó a un acuerdo de colaboración con el Ayuntamiento de Navas del Rey. Según el mismo, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias aportaba 50.000 euros para el traslado, reubicación y mantenimiento de las 281 tortugas -y también de los 150 peces del estanque, que de paso fueron reubicados igualmente- y el consistorio de Navas cedía un espacio destinado a los animales en el Centro de Fauna José Peña -ahora Kuna Ibérica-.

El mismo ayuntamiento se encargó de la construcción de una laguna artificial de unos 160 metros cuadrados donde ubicar a los quelonios. Un espacio funcional con una zona exterior donde los animales puedan estar también, y que por sus materiales impide que entierren los huevos, lo que limita las posibilidades de reproducción de las tortugas. Eso sí, allí pueden recibir las visitas del público que se acerca hasta el Centro de Fauna.

El traslado de los ejemplares tuvo también su pequeña intrahistoria, ya que se hizo durante una noche de mayo de 2018, para que fuera menos estresante para las tortugas. Estuvo coordinado por Adif y contó con la participación del personal del Centro de Fauna de Navas del Rey y de un grupo de profesores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Alfonso X el Sabio, expertos en el manejo de animales exóticos. Todos los animales fueron medidos y pesados, y pasaron un control médico para tomar nota de su estado de salud.

Además de las tortugas, también se trasladó la flora del estanque. Y luego esta zona de la estación de Atocha fue objeto de obras para la supresión y pavimentado del estanque, donde posteriormente se ubicó un espacio destinado al desarrollo de acciones de educación ambiental y difusión cultural.