Los vecinos del centro de emergencia de inmigrantes de Alcalá, tras la pelea: «Esperamos que sea un hecho aislado»

Justo en ese punto el viernes por la noche uno de sus compañeros fue apaleado en la cabeza, herido de gravedad e ingresado en la UCI del hospital Príncipe de Asturias, en una reyerta en la que participaron seis residentes del centro; tres de ellos, detenidos (uno ya había sido arrestado quince días antes y expulsado del alojamiento). Los inmigrantes –todos subsaharianos– que transitan afirman no saber nada de lo ocurrido. No hablan o no quieren hablar. Al igual que los vecinos. «Primera noticia», dice Concha, residente de la zona del parque de Los Nogales, al ser preguntada por lo ocurrido. Y la Federación de Asociaciones Vecinales de Alcalá de Henares coincide. «No hemos oído nada de la pelea ni se ha hablado por los grupos de WhatsApp de las asociaciones», cuenta Enrique, el presidente.

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Tras la pelea, la alcaldesa de la localidad, Judith Piquet (PP), criticó las gestión del Gobierno y la política migratoria. «No pueden limitarse a traer 1.260 personas y lavarse las manos», sentenció, y afirmó que los vecinos están desde el viernes «muy preocupados» ante el «problema de seguridad» de la ciudad. También exigió más presencia policial a la Delegación del Gobierno.

Mariano atienden en su bar, El Ruedo, justo enfrente al parque en que ocurrieron los hechos. «Aquí solo entran a comprar tabaco, no les sirvo bebida, dice. El viernes no se enteró de la disputa hasta que se lo dijo una clienta. »Hasta ese día no hubo ningún problema. En el centro no sé, por aquí, ninguno. Van, vienen, los ves por la calle de un lado para otro. Esperamos que el ambiente no se caliente por lo que pasó, que no empeore y que sea un hecho aislado«, confía el hostelero, que coincide con la alcaldesa: »No se puede dejar a una persona en la calle, que anden sin papeles de un lado para otro sin hacer nada con ellos«.

El sentir generalizado en Alcalá es qué pasará con esos 1.231 migrantes que ocupan el Primo de Rivera. En centro está abierto de 9 a 22 horas, periodo en el que pueden entrar y salir siempre que quieran: si no llegan de noche, se quedan a dormir en la vía pública. «Me da igual que sea rubio, pelirrojo o moreno, cualquiera la puede liar. Si vuelve a pasar, la situación cambiaría, pero por ahora no podemos tratarlos a todos de delincuentes: son mil y se han peleado seis...«, opina Ana, otra de las vecinas que camina ayer, a mediodía, por el entorno del centro comercial Alcalá Magna, al lado de donde fue la trifulca, y continúa: »No van a estar toda la vida encerrados en ese cuartel. Algo habrá que hacer con ellos porque los vemos a todas horas en la calle. Sin papeles no pueden ni trabajar...«, demanda. Esto es en lo que coinciden todos en Alcalá.

Pero hay quien no es tan comprensivo. «No es normal que en una zona residencial como el ensanche hayan puesto este centro... Es un cuartel, con armamento dentro, al que podrían tener acceso y que hubiese un motín», cree Blanca, moradora del barrio: «Se dedican a deambular, son chicos muy jóvenes que siempre van en grupo, algunos con la cara tapada, y generan inseguridad», dice esta residente que ha prohibido incluso a su hija de 14 años ir al centro comercial. «No me atrevo».