SOS de los vecinos de Aranjuez para salvar su patrimonio

En toda esta historia hay un triunfo de la voluntad, que es el de varios arancetanos (tal es el gentilicio). Juan José Cebrián es el coordinador del Laboratorio Ciudadano Aranjuez Capital Europea de la Cultura 2031 y presidente de la Asociación Cultural Aranjuez 2050, que tiene el objeto de que dentro de menos de tres décadas la villa pueda «transformarse mentalmente» y «posicionarse a nivel mundial».

El reto es exigente, pero el Laboratorio ya ha gestionado su CIF, existirá en los papeles oficiales y como entidad ya podrá hablar de tú a otras instituciones. Es un pequeño paso, pero decisivo. En este grupo formado por pintores, fotógrafos, escritores, músicos y amantes de la localidad del Tajo se resume su espíritu. No por casualidad por aquí pasaron y se enamoraron de sus orillas Felipe V, Farinelli, Scarlatti y el maestro Rodrigo.

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Algo ya se ha hecho cuando se declaró el Paisaje Cultural, que arguyen que «no es una idea, sino una realidad para sus pobladores y visitantes». Dicen que ya viven en un edén y que tienen la obligación de conservarlo; no obstante, y siguiendo la metáfora musical, deben «afinarlo». Para ello, saben que las cosas de palacio van despacio y nunca mejor dicho: de ahí el CIF para una quimera de enamorados de lo que en tiempos se llamó «el jardín de Castilla».

ABC los reúne en la planta alta del célebre restaurante El Rana Verde, donde, «con la mirada puesta en el 2031», van organizado diversas actividades. Como la de 'Pintando el Plato', que recorrerá los restaurantes de la ciudad por cuanto la gastronomía arancetana es, también, un motivo más para el objetivo de ser Capital Europea en 2031 (que toca a una ciudad española y otra maltesa). Además, el Laboratorio Ciudadano, que propuso la Universidad Rey Juan Carlos el año pasado, insiste en eso, en el paisaje. En lo que va del Palacio a los Jardines del Príncipe, pero también en debatir todo aquello que mejore uno de los atractivos de la comunidad.

Un paseo con los miembros del Laboratorio, insistimos que a la espera de que llegue el papel timbrado con el CIF, tiene algo agridulce. Algo o mucho. Por la laureada piragüera, que era donde los gancheros del Alto Tajo inmortalizados por José Luis Sampedro en su célebre novela 'El río que nos lleva', subidos en los troncos, echaban «requiebros» a las lavanderas, se percibe que el pueblo no ha perdido el recuerdo de esa tradición; la de celebrar la bajada de los troncos desde las alturas del río a allá donde se calma. Porque los gancheros forman parte de todo ese programa para relanzar a Aranjuez con muchas más actividades. Allí, donde se conservan las embarcaciones ('la piragüera' es otra institución 'señera' en Aranjuez y su patrimonio), había un aserradero. Y lo agridulce, a la otra orilla del río, cruzando los Jardines del Príncipe, cuando cerca del club de pesca, y entre algún restaurante de hamburguesas franquiciadas que intenta no romper la estética, irrumpe el horror.

El Palacio de Osuna -donde el castrato Farinelli residió más de dos décadas en su doble labor de cantante agudo y consejero real- aparece en algo peor que en un estado patente de degradación. Cierto es que en 2018 sufrió un pavoroso incendio, pero cierto también que hay zonas que a simple vista anuncian derrumbe entre matojos y pintadas de los okupas que allí andarían. Lo que es hoy, es un edificio que pareciera una cuadra con las ventanas cerradas por candados. En el pueblo se dice que pertenece a cuatro propietarios.

José Luis Sampedro era vecino anacrónico de Farinelli, y su casa también se soporta milagrosamente piedra a piedra. Sampedro entreveía la vegetación de ribera que le inspiraba poemas que no se atrevía a dar a conocer y, en el que fue su domicilio, que da a la calle Primavera, sobrevuela el mismo espíritu de dejadez del Palacio de Osuna/Farinelli. Ortigas salvajes y grietas donde cabe una mano.

En el Laboratorio Ciudadano no se resignan. A todos, en el paseo, les mueve el amor a su ciudad, que ya en diciembre de 2001 su Paisaje Cultural fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; nada menos. Al propio Juan José Cebrián, al escritor Adolfo Pascual, al músico asturiano del Tajo Juan Carlos Casimiro, al fotógrafo Javier Mateos, al pintor Pepe Valladares. A la modista Juani Martínez...

Todos ponderan las maravillas urbanísticas, también que el otoño llegará y que hay acaso dos días donde los jardines, cárdenos, se convierten en plena ambrosía para el retratista. Y así conducen a la Casa de los Infantes, encargada a Juan de Villanueva, cuya mitad, cuidada, pertenece a Patrimonio Nacional, y cuya otra, no tan cuidada, al consistorio. Y el patio separado por una reja. Un contraste más que «significativo».

Desde el ayuntamiento, el ente público «titular del nombramiento de Capital Europea de la Cultura» y al que le «corresponde exclusivamente hacer la solicitud» según Cebrián, aseguran que «aunque el proceso de selección no comenzará hasta 2025», ya han «empezado a trabajar para tener la documentación preparada».

Los integrantes de la sociedad civil más activa de Aranjuez vuelven a invitar a los periodistas a los días exactos en que caigan las hojas en los jardines, que reiteran son pocos y caprichosos. Lo que queda claro es que en Aranjuez algo se está moviendo, y que es desde la propia ciudadanía desde donde está partiendo una doble actuación: la primera la de salvar su patrimonio histórico, en algunos lares en franca decadencia. La segunda, aspirar a devolver la localidad a lo que supuso en la Europa del neoclásico.