El otro Dos de Mayo, entre la valla y la lluvia
Bajo el aguacero, los ciudadanos asistieron al acto previsto por la Comunidad de Madrid en sus dos graderíos gratuitos
Ayuso consolida su mayoría absoluta frente a la izquierda
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La celebración del día 2 de Mayo, la fiesta regional en Madrid en la Puerta del Sol, traía sus cosas. Para empezar que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no estaban, ya saben ustedes por qué, invitados a la parada militar delante ... de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Esta ausencia de lo más militar dejaba al socaire algunos mandatos y algunos consejos. Pero también llamaba a los Cuerpos que son propios a la presidencia: del monte al llano.
De entrada, por situarnos en el día, a Jonathan y a Victoria, les iba dando miedo de si estaban bien aparcados lejos de Sol. Al final, lo hicieron por un aparte del Paseo del Manzanares y llegaron, a tiempo y a pezuña, a las dos gradas que Ayuso había colocado frente al edificio de la Real Casa de Correos. La gente iba y venía pendiente de quién. Eso era el ejercicio. El ver quién iba llegando entre la manta de agua. Sucedió y se vio que quien pudo andar acostumbrado de la mano de los famosos lo hizo; y sin perder lo esencial. No fue el caso. Al final, Jonathan y Victoria, tuvieron premio de las dos gradas dispuestas por la Comunidad para los que no tienen apellidos de cuché.
Antes de que todo fuera nada, en los primeros compases para hacerse con una silla de esas gratuitas, había una cola caliente de miradas que empezaba en la desembocadura en Sol y acababa en quien tuvieran elegido el sueño de sentarse. Loli no iba a correr, que ella sabía que los días malos del reúma «son buenos para los espectáculos al aire libre». Y lo soltaba así, sin miedo a lo venidero.
Había que subir encima de una de las gradas y ver, desde allí, cómo se oteaba el mundo: desde las once menos veinte montaban guardia la Asociación de Veteranos 'Ala 35' de la base aérea de Getafe: una excusa para sacar nuevos abrigos 'borregos' y para apostar por las máquinas del aire, antiguas, que tanto le dan a a la región. Ocupaban el primer y el segundo graderío con esa felicidad de quien madruga por algo en cuestión. Un poco más atrás, familias contra el calabobos; familias que aplaudían a los servicios de la Comunidad como a la mismísima Legión. Salvador Martin Luis ya iba repartiendo los bocadillos, frente a los operadores del evento, envueltos en una toalla doméstica y breve.
Un poco más abajo seguía el personal que quería ver a Isabel Díaz Ayuso en su día grande. María José Gil y Salvador Sánchez, de Playa de San Juan (Alicante), eran el vibrante ejemplo de que ni la lluvia torrencial podría con ellos. Llegaron «el miércoles» y se vuelven« este «viernes», algo que no quitaba fuerzas ni banderas. A saber dos: de la Comunidad y de España.
Aunque eso era el Madrid que se arracimaban a las vallas. Y daba vueltas a sí mismo, sin necesidad de agobio de multitudes. Se veía al fondo el flameo de una bandera de España y , más adelante, el pueblo frente a las verjas, tranquilo. En ese pueblo que anda a la espera, donde de verdad se ve qué se espera de Madrid y qué Madrid es capaz de dar: sin ir más lejos, Flor de Venezuela., a escasos pasos del Kilómetro 0, era expedita: «Un día como hoy murieron muchos madrileños a los que querían dominar».
Para Ana Cristina y Sergio, las horas del día traían otra excusa: «Al final, fueron los ciudadanos de a pie los que echaron al francés». Ana Cristina y Sergio exclamaban, aludiendo al núcleo último de la historia, que tenían que ver. Que tenían mucho que ver con lo que sucedió en Madrid. Citaban a Zaragoza y a Numancia en la misma conversación, y, tan jóvenes, se daba cuenta quien fuera que no venían al verbeneo sin más.
Eso pasaba mientras se iban dando los premios, mientras en el escenario cambiaban las luces en un lúdico conversar con los valientes que aguantaron el chaparrón. Fue salir Jorge Martín, el motorista ungido por Nadal, y un trémulo zapateo: un vibrar que iba de los del graderío al suelo. Como tal, no hubo desfile marcial, pero los coches de emergencias y análogos se cuadraron a la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Eso les sirvió a muchos para iniciar el desayuno. Y para aprender para qué sirve un coche de los forestales.
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